viernes, 16 de agosto de 2019

LA CONSUL DE AGADIR


Nos quejamos mucho, yo de los que más, de las cosas malas de España. Como para no hacerlo… En fin. Pues hoy voy en la otra dirección. Les pienso contar algo que me hizo sentir, nada menos, que orgulloso de ser español. Como comprobarán, nada tiene que ver con Rafa Nadal o cualquier héroe deportivo patrio. Ocurrió el pasado año, durante nuestro viaje anual a Marruecos. Un viaje en moto en el que vamos respaldados por una furgoneta con víveres, gasolina y herramientas. La mayor parte del trayecto, a pesar de que las motos que utilizamos son de carretera, vamos campo a través, acampando en desiertos, montañas, playas… ¿Mola, eh? Ya ves que mola… Estos viajes suelen durar unos 15 días durante los que intentamos evitar todo contacto con la civilización. Pues bien, era el octavo día de viaje. A esas alturas, ya todos olíamos a mendigo. Ocho días comiendo polvo, durmiendo al raso, frecuentando hogueras y sin ducha generan eso. Íbamos hacia Sidi –Ifni, nos acercábamos al Sahara, atravesando esos paisajes africanos que tanto nos ponen. Y aquí llegó el primer acto de una tragedia: No íbamos muy rápido, por esas carreteras sería una locura, pero tras una curva, uno de los compañeros desapareció en una nube de polvo. Había tenido un fallo mecánico que le provocó una caída. Le quitamos su propia moto de encima y vimos que tenía la pierna al revés. Fractura abierta de tibia y peroné. También había sangre. Estábamos a tomar por culo de todo. Atendimos a nuestro hermano lo mejor que pudimos. Como siempre en Marruecos, empezó a aparecer gente en un paraje que parecía olvidado por el hombre. Se acercó hasta el Caíd del pueblo más cercano. El hombre decía muchos allahs y nos traía agua… Era lo único que podía hacer para ayudarnos. La ambulancia tardó dos horas largas en llegar, pero cuando lo hizo, todos sentimos alivio. Ese alivio duró muy poco. Hasta que vimos que la ambulancia no venía equipada y comprobamos que su único ocupante –el conductor- era sólo eso; conductor. Nosotros subimos a nuestro hermano a la ambulancia y lo acomodamos lo mejor que pudimos. Él, aún estando bajo terribles dolores, tuvo la presencia de ánimo de dar las gracias al Caíd por su ayuda (no mucha gente en su estado haría algo así, así que presumo de amigo). Nos anunciaron el destino de la ambulancia. Iban a Taroudant, una pequeña ciudad que estaba a unos 120 kilómetros de dónde estábamos y tenía hospital. Para allá salió zumbando la ambulancia. Nosotros iríamos detrás. Mientras nos preparábamos para salir, reparamos en la cantidad de tiempo que había pasado desde el accidente; se estaba haciendo de noche. Y no sólo eso, también se había cubierto el cielo de nubes negras que pronto empezaron a descargar una tormenta considerable. El panorama que se nos presentaba era debuten: 120 kms por las carreteras de esa parte sur de Marruecos, por la noche y con una fuerte tormenta. El paraíso de los moteros,  vaya. Llegamos a Taroudant destrozados tras esa kilometrada nocturna, con la imagen de nuestro hermano destrozado rebotando, una y otra vez,  dentro de nuestros cascos. Allí empezó el segundo acto: Al entrar al hospital y preguntar por nuestro amigo, lo encontramos en un pasillo, en una camilla herrumbrosa, con la sábana llena de su propia sangre y con la pierna malamente entablillada con una caja de cartón de pizza. Nos quejamos y lo pasaron una habitación en la que había otros siete desgraciados enfermos o accidentados. El suelo de la sala estaba lleno de apósitos y vendas ensangrentadas que los enfermeros apartaban con pataditas. Nuestro compañero se retorcía de dolor en esa estancia infecta. Ni siquiera le habían lavado ni quitado la misma ropa que llevaba en el accidente. Su sangre ya había calado el colchón sobre el que estaba tendido y empezaba a hacer charco debajo de su cama. Sus compañeros de habitación parecían estar aún peor atendidos. Aquello era atroz. Parecía un puesto de socorro de una guerra medieval. Alguien que hablaba francés consiguió entenderse con una enfermera (no había médico) y ésta le dijo que cuando viniese el doctor al día siguiente, operarían allí mismo a nuestro amigo. Eso no nos gustó a ninguno. Era imperioso sacar a nuestro hermano de allí, pero el poco personal del aquel hospital no nos hacía ningún caso. Incluso se les notaba que ya estaban hasta los huevos de nosotros. Puedo entender que lo estuvieran, la verdad… Los policías que estaban allí destacados tampoco eran muy colaboradores. Entonces, uno de nosotros dijo: Pues voy a llamar al cónsul. Y lo hizo. A partir de ahí, todo cambió. Contactó a la Cónsul de España en Agadir, la ciudad grande más cercana. La pilló en una cena privada, serían en torno a las 11 de la noche, pero ella nos transmitió que estuviéramos tranquilos, que ya se ponía en marcha. Enseguida empezaron a llegar al hospital coches de policía. De uno de ellos se bajo el jefe de policía de Taroudant, con su típico uniforme de opereta... Luego llegaron dos ambulancias. ¡Dos! Parecía que todo el hospital y la policía de Taroudant acababan de recibir una patada en el culo. Vendaron correctamente a nuestro hermano y, escoltado por un montón de policías pelotas y enfermeros sonrientes lo introdujeron en una ambulancia bien equipada y con un médico. Lo trasladaban a un buen hospital en Agadir. El tercer acto fue en esa ciudad al día siguiente. El Consulado español se había movido de lo lindo y cuando llegamos, pudimos ver a nuestro amigo limpio y bien atendido. Eso sí fue un inmenso alivio para todos. Volvimos a reír junto a su cama y le despedimos al día siguiente cuando lo montaron en otra ambulancia rumbo a España para ser operado. El resto tuvimos un viaje de vuelta de cuatro días más bajo una intensa lluvia, pero ya sabíamos que nuestro amigo se recuperaba bien en Almería y eso nos calentó el corazón.  Después de toda aquella aventura, a mí me quedó dentro la sensación de que había que reconocer lo que hicieron por nosotros, que había que contarlo… El nombre de la Cónsul de España en Agadir es Laura García Gómez, diplomática desde el año 2003 y desde 2017 a cargo del citado consulado. Gracias Señora Cónsul.

EL HOROSCOPO DEL VERANO


Aries
Amigo Aries: Te sentirás en línea con Venus, que te apoyará a saco. No obstante, una noche, serás invitado a una elegante cena en la que pondrás de manifiesto tu incapacidad social. Esto te convertirá en un apestado para el resto de las vacaciones. Sólo en los últimos días se arreglaran las cosas, dando lugar a promesas de amistad eterna y emotivas despedidas en la playa. Come un poco más de fruta. Has de saber que la séptima casa de Júpiter está exactamente donde debe estar, así que reprime de una vez ese comportamiento hosco hacia los peces.
Tauro
Queridísimo Tauro: Tus jefes –Mercurio los maldiga- opinan que eres una persona obtusa, pero eso les place, por lo que, de momento, no planean despedirte. Menos gritar a los niños en la playa. Es obvio que no te obedecen ni respetan, así que mejor vuelve a tu sombrilla. Y calladito. Olvida el surf. Nunca lo lograrás. Busca, más bien, una afición más acorde con tu carácter pusilánime. Por ejemplo: la cría de gusanos de seda. Encontrarás a alguien magnífico que no demostrará ningún interés por ti. Tu número es el sai.
Géminis
Una medusa hará diana en tu aparato reproductor. Será el momento de poner en práctica toda la sabiduría que el yoga te ha proporcionado durante el invierno. También es el momento de cambiar de chancletas. En serio. Cambia de chancletas. Hay una persona especial que anhela conocerte de forma íntima, pero sólo lo anhela. Has de saber que te espera un traicionero despido a tu vuelta de las vacaciones. Sentirás un creciente interés por las minorías étnicas.  Gracias a Marte, lograrás hacer creer a una persona del otro sexo que tú eres una persona arriesgada y romántica. Serás desenmascarado hacia el final del verano.
 Cancer
Tu familia pronto se enriquecerá por un golpe de fortuna, pero tú no verás un pavo. Un atardecer, en una bella playa, el perro de un jipi de morderá un cojón. Este desagradable incidente dará a conocer a todos tus nuevos amigos tu lado espiritual, lo que elevará tu popularidad de forma que tu pareja se sentirá eclipsada. Disfrútalo. No obstante, deshazte cuanto antes de ese espantoso sombrero con el que te tocas todos los veranos. Todo tu entorno tiene ya comentao lo grotesco que es. Tu color de la suerte es el fucsia.
Leo
Tu incursión en los deportes extremos no ha pasado desapercibida. Gracias a tus enemigos, las risas han sobrepasado ya nuestras fronteras. Por favor, deja de frecuentar playas nudistas. Te lo decimos por favor. Escucha más a los ancianos y deja de asustarlos con el claxon cuando crucen la calle por delante de tu coche. Conocerás a una estrella de la TV que, por fin, te pondrá en contacto con todos esos infraseres a los que, en secreto, admiras. Visita a ese pariente enfermo que sabes que te detesta. Conocerás a un viejo sabio que se negará a transmitirte conocimiento alguno.
Virgo
Le dijiste a tu pareja que sí habías visto fotos del interior de la casa que habéis alquilado. Tu mentira se pondrá de manifiesto ante el cuchitril en el que deberéis pasar el verano. Pagarás por ello todos y cada uno de  los días de las vacaciones. La buena noticia es, nada menos, que el tercer cuadrante de Júpiter estará en armonía absoluta con Mercurio. Menuda chorra tienes. Comenzarás, por tanto, a frecuentar círculos intelectuales y tus opiniones, para sorpresa de tu pareja, serán tenidas en cuenta.  Pero ten cuidado amigo Virgo: el júbilo conduce a la disipación.
Libra
Ah, amigo libra, tu indecisión…siempre tu indecisión…  Este verano, al fin, ha llegado el momento de que luzcas esa gorra de capitán de barco que tanto tiempo llevas anhelando ponerte. No importa lo que tu pareja opine al respecto. Tú eres un ser libre. Permite que los demás reparen en ello. También serás víctima de un severo ataque de hipo que se prolongará durante todas tus vacaciones. Sentirás ganas de arrancarte la vida, pero no debes ceder; hacia el final del verano, el violento revolcón de una ola te pillará desprevenido y devolverá tu respiración a un rimo casi normal. No podrás, por ejemplo, hablar en público o cantar, pero tu vida será tolerable.
Escorpio
Amigo Escorpio, Mercurio te detesta a ti y a tus chancletas (en ese orden). No obstante danza, no pares de danzar... No importa lo que te digan tus amigos. Al diablo el qué dirán. Déjate llevar por la vida, baila con tu destino luciendo una bonita sonrisa en tus labios. Aprende a amar a las moscas, de esa manera puede que algunos de tus detractores revisen sus opiniones acerca de ti. Tu preclara visión de los entresijos macroeconómicos globales no te labrará ningún éxito social.
Sagitario
Una noche, guiado por Saturno, conocerás a un extraño personaje con exótico acento extranjero que finalmente resultará ser sólo una persona beoda afincada en Murcia. Saca ahí, tus conclusiones y ponlas a trabajar. Un taxista de ultra derecha se interpondrá entre tú y tus sueños, pero no te preocupes amigo sagitario. Venus te tiene preparada una sorpresa: Por fin serás invitado a formar parte de ese coloquio playero que suele acampar a tu derecha. Aplica la cautela que te ha hecho célebre y no la cagues.
Capricornio
Estás de enhorabuena amigo capricornio. Este verano, al fin podrás ver como obtiene su merecido esa persona concreta que siempre dice nooo cuando tú todavía no has terminado de hablar. La próxima vez que lo haga, Saturno le hará caer un yunque en la cabeza. Puede que malinterpretes a un extranjero y acabes preparándole la cena esa noche en su casa. Saca ahí toda tu capacidad de visión de conjunto.
Acuario
A pesar de tu evidente falta de dotes sociales, te convertirás en el inesperado líder de una pandilla veraniega. Serás humillantemente derrocado hacia el final de las vacaciones. Abre tu alma a nuevas sensaciones. Éstas te serán de gran utilidad a la hora de afrontar que vas a pisar un erizo.  Buenas noticias amigo Acuario: Una ola proyectará a tu pareja contra las rocas. Eso te proporcionará un sosiego vigilado de cerca por Saturno.  Revisa tus opiniones acerca de los mapaches.
Piscis
Un día, te meterás en el mar a mear y serás sorprendido por uno de tus enemigos, que divulgará el hecho con ayuda de un megáfono. Trata de elevar tu vida con pensamientos hermosos. Si no logras tenerlos, cópiaselos a algún ser sensible. Debido a un divertido malentendido veraniego, trabarás contacto con un caballero búlgaro. Las consecuencias serán descacharrantes, aunque los dos acabaréis gravemente enfermos. Vigila tu aversión a las gallinas.

sábado, 16 de marzo de 2019


Pesca&BluesFernando Rodríguez.


EVOLUCIONISMO


Explorando un desierto del sur de Europa una calurosa  mañana de primavera,  me veo obligado a repostar. Lo hago en un bar nacional. Muy nacional. Con todos sus extras:   Adornos navideños derritiéndose  inexorablemente  sobre las estanterías. Máquina traga perras creando alegre  cacofonía con la televisión desde la que escupe sus mierdas Ama Rosa. Cinco parroquianos nada rumbosos. Dos de ellos con moscas. Las afrontan con dignidad de ñus del Serengueti. Pocos con café, otros  varios con el coñac. Parece que afrontan una jornada larga sobre las altas banquetas. Camarero no muy aseado, con legañas de poco dormir y poco ducharse. Bandera roja-amarilla-roja  y escudo del real mandril. Grasa en las estanterías protectoras de tapas. Suelo lleno de porquería.  A pesar de que es obvio que lo posee en abundancia, el camarero me mira con cara de “no tengo mucho tiempo” tras no responder a mi saludo. Dejo mi salacot en la barra, le hago el pedido vocalizando mucho y se aleja arrastrando los pies y mirando a la tv.  Por ahí sale una política progre. El camarero regurgita unos insultos en voz alta y casi todos los parroquianos celebran sus elaborados comentarios.  Un currela apura su café y su tostada con jamón y se va para el tajo. No participará, por tanto, en  el presente estudio.
Los demás están inquietos. Olisquean. Se barrunta en el ambiente una falta. Algo esperan todos estos ejemplares de gañán. Se oye una furgoneta. Llega el que reparte la prensa.   Trae El Mundo, el Marca y la Voz de Almería. Saluda con la cabeza y los ojos muy abiertos. Deja los periódicos en una esquina de la barra y sale rapidito. Los parroquianos se van acercando poco a poco. Tienen interés. Anoto alborozado en mi cuaderno de campo que a todos se les daba por supuesto el dominio del fuego,  así como el uso de los metales, pero también son capaces de beneficiarse del entendimiento de registros literarios. Son tres los que inician movimiento, pero se diría que dos de ellos se ralentizan voluntariamente,  ceden el paso con sumisión al más dominante. Este se acerca y, triunfante,  alza en su mano el “Marca”. Es el Alfa, grande y gritón. No hay hombre más hombre que él.  Los demás se pelean por las sobras. El Beta, también grande, pero menos decidido,  se hace con “El Mundo” tras gruñirle, eso sí, al más débil, que se retira avinagrado a su taburete con “La Voz de Almería”. Anoto que la hembra no ha participado en la disputa. Ha sido pura selección natural. El camarero sube la  tv porque empiezan a hablar de una asesina de niños. Ahí sí, la hembra, una peluquera de enormes tetas,  golpea la barra  y comparte a gritos su opinión pidiendo la instauración de la pena de muerte. Y lo subraya con un “Y que sea lenta y dolorosa”. Ha derramado su bebida con el golpe. El macho alfa levanta la mirada del Marca. Se encuentran sus ojos con los de la peluquera.  Él, muy canallita,  le guiña uno. Ella recibe el gesto y, ruborizada, repite musitando “lenta y dolorosa” mientras baja la mirada al suelo con candidez. Ahí va a haber reproducción, alguien va a transmitir sus genes a alguien, me digo sorbiendo el café.  Vuelvo a mi cuaderno para registrar mi pensamiento final y escribo febril:   Es insostenible pensar que una deidad haya sido capaz de crear gañanes tan potentes, tan sofisticadamente estultos. Sólo la adaptación de una generación tras otra, repitiendo errores y conductas demenciales,  puede dar lugar a algo tan perfecto.



CUATRO COSAS SOBRE EL DINERO F. Rodríguez. Pesca&Blues


1/ Recuerdo haber quedado conmocionado en una ocasión con la noticia de una celebración. El protagonista del evento era uno de esos genios del fútbol con cara de simio (vaya siempre por delante mí respeto a los simios). La cuestión era que el futbolista este, dotado de una potente dentadura y una expresión de inteligencia que podría rivalizar con la de una oveja, celebraba su fiesta de cumpleaños rodeado de su grotesca pandilla de compinches. Esta estrella del balompié nunca había destacado por su don de palabra, ni por su inteligencia, ahora eso sí, el tipo jugaba como un demonio y cobraba en consonancia. La mencionada fiesta en honor del obtuso crack saltó a los medios por la afluencia de putarracas que perseguían a todos los futbolistas que se congregaron allí. Por lo visto, habían llegado desde toda España para aquel fiestón al que no fui invitado. Y  usted tampoco.
Vestidas con sus mejores y más insinuantes galas, se las veía bajar de cochazos y dirigirse muy sonrientes hacia la gran mansión en la que tendría lugar la fiesta. Los compañeros del astro se frotaban las manos, se daban codazos entre sí y hasta a alguno se le escurrió una baba.
Ahhhh, las mujeres de los futbolistas que los aman. Se enamoran perdidamente de ellos. Mujeres como catedrales que se juntan con tipos chuscos, pequeñitos, feos y bastante necios porque se enamoran de ellos. Ya. 
2/ Acudía de vez en cuando a la sucursal de mi banco. El tipo de la ventanilla apenas levantaba los ojos al saludarme mecánicamente antes de atenderme sin cordialidad alguna. La directora de la sucursal era para mí un ser enigmático. En una ocasión en la que hube de invocarla para tratar con ella uno de mis  asuntos pequeños, vi como le informaban de mi problema en su despacho. Me miró fugazmente desde detrás de su mesa, comprobó mi saldo y le dijo a su esclavo que se ocupara él de mi estúpido asunto. Tiempo después me llegó aquella herencia inesperada. Yo, un tipo sin experiencia en lo concerniente a la posesión de dinero –y mucha menos experiencia aún en lo concerniente a mucho dinero- fui a mi banco habitual. Esperaba la atención de siempre, pero ante mí se tendían alfombras rojas y se arrojaban pétalos de rosa. La directora me hizo entrar en su despacho casi a la fuerza y ordenó a uno de sus esclavos que me trajera un café. Me peloteó durante una hora y media y salí de allí con un montón de parabienes, propuestas financieras que debería “consultar con mis asesores” (imagino que se refería a mis colegas), dos vajillas, cuatro toallas, un ordenador portátil y unas entradas para los toros.
3/ Amistad y dinero…agua y aceite. Eso reza la sabiduría cinematográfica de la que tanto mamo. Cuando nos mantenemos en una condición, digamos habitual, en lo económico –es decir, pobres como ratas- estamos bien dotados para repeler la acción de cualquier amigo que se acerque con intención de darnos un sablazo. Pero cuando de forma inesperada –y seguramente inmerecida- nos cae una suma, entonces nos volvemos vulnerables. No sólo no nos acosan las putarracas esas de la tele –cosa que aún me indigna- si no que empezamos a comprender al dickensiano Ebenezer Scrooge. Comprendemos que quizá el tipo no era tan miserable como le pintaban todos aquellos desarrapados que no tenían dónde caerse muertos. ¿Es que no le podían dejar en paz con sus constantes peticiones? Qué gentuza. Así y todo, si un colega nos pide pasta cuando la tenemos, pues, ¿qué vamos a hacer? Se la damos, ¿no? Y ahí vas tú, arrancándote parte de tus entrañas le das al colega esa pasta. Le ves como se aleja, dando saltos de alegría… Te la dio… Se aleja con el sable ensangrentado y tú te quedas ahí, con una herida abierta. Veremos cómo recuperas ese trozo de tus entretelas…agua y aceite, agua y aceite…
4/ Muy de acuerdo con Oscar Wilde cuando decía: “Es mejor tener ingresos fijos que ser fascinante”