miércoles, 8 de septiembre de 2010

la gallina de rambla o pollo bravo de gata


La Gallina de Rambla o Pollo bravo de Gata es un animal mitológico y real al mismo tiempo.
Su fiereza, conocida de veras sólo por algunos estudiosos, no conoce límite alguno cuando el animal se siente provocado.
Sus extraños poderes, que le permiten desplazamientos de ida y vuelta inmediatos de hasta 50 metros, la hacen verdaderamente peligrosa en los días de sol (en los que su susceptibilidad aumenta por la claridad del ambiente y el calor).
No es por tanto recomendable mirarlas a los ojos o cantar mientras se fuma dentro del amplio campo de acción de uno de estos temibles ejemplares de la costa oriental de Andalucía.
Cuenta la leyenda que una Gallina de Rambla vació las cuencas de los ojos de un recaudador de impuestos del Rey Fernando VII que se encontraba "a salvo de mosquete" (una distancia calculada, según la potencia de los mosquetones al uso en la época, en unos 150 metros)
La Gallina de Rambla es un animal excepcionalmente longevo para su ritmo cardíaco (de 500 a 527 latidos por minuto, aunque algunos ejemplares machos de menor tamaño han llegado a registrar hasta 700), un ritmo que, nuevamente según los expertos, tiene mucho que ver con sus imprevisibles y violentas reacciones.
Los ejemplares de esta peligrosa subespecie se nutren de los mismos alimentos que las gallinas convencionales con una única excepción: También comen carne de gallina convencional.
Siempre según los zoólogos más prestigiosos (C. Mervin, A. Peruggini y O. Remstein), su espíritu montaraz les lleva a colocarse en la cúspide de la pirámide de los depredadores de la zona. Caballos, lobos, jabalíes, todos ellos han caido bajo la fiereza de los ataques de esta especie única en el mundo.

martes, 31 de agosto de 2010

la rata


Un equipo experimental preparó durante meses un compuesto para potenciar la inteligencia humana. Cuando lo tuvieron listo decidieron probarlo primero en una rata de laboratorio.

El roedor chilló al notar la desmesurada aguja –como una auténtica espada- clavarse en su lomo de pelo gris y despeinado por la humedad. Sus ojos se hincharon y su corazón pareció reventar. El cerebro de la rata avanzó en segundos el equivalente a millones de años de evolución y eso le dolió tanto, que un humano hubiera muerto mil veces durante ese mismo proceso.

Pero la rata aguantó.

Una vez que se recuperó de las tremendas heridas sufridas durante el experimento –ante el asombro de los alegres científicos, el pequeño cerebro del animal había duplicado su tamaño y sobresalía del destrozado cráneo- la rata se escapó.

Inmediatamente, buscó la reconfortante penumbra de una alcantarilla y allí, tranquila tras la trepidante huida, se dio cuenta de que había pensado. Recordó, también entendía ahora qué era un recuerdo, lo fácil que le había resultado entender cómo se abría la puerta de la celdilla. Ahora ya entendía el dolor... eso no era nada bueno. Y por fin, agotada, se durmió dentro de una caja de cartón.

Despertó sobresaltada al escuchar voces familiares. Unas cuantas ratas callejeras se le habían acercado curiosas y asustadas a la vez. Le parecieron repulsivas y olían mal... tan mal como ella misma. Sin embargo, había algo en aquél grupo que le parecía agradable de observar. Era muy curioso porque reconocía su inteligencia. Su forma de hacer las cosas era tan parecida a la suya que eso le hacía reír y rió


Así obraron los dioses con nosotros. Inyectándole inteligencia a un miserable animal de laboratorio, dándole la llave de una puerta que ningún animal debe abrir si no quiere sufrir.

miércoles, 21 de julio de 2010

Pagafantas en tv



Estimados lectores: Acaban de emitir la película "Pagafantas" en la tv. Ya la había visto una vez, pero ésta última me ha hecho más gracia aún. Ojalá se hicieran más películas así de inteligentes con más frecuencia. Olé por todos los que participan y gracias a Gorka Ochoa y Borja Cobeaga por tirarse el rollo con la última portada en papel del Pesca & Blues

Un verdadero himno para España


¿Recuerdan uds, estimados lectores, cuando hace unos cuantos meses se promovió un concurso para dotar de letra al himno español?. Nos salvamos por muy poco, pero por muy poco, de aceptar oficialmente una letra chusca y grotesca, obra de un señor tan bienintencionado como falto de talento. La verdad es que entonces se trató de solventar un problema, el del himno español, generado tanto por su falta de letra como, la verdad, su poco agraciada melodía. Parece haber amplio acuerdo al respecto; Existe un problema con el himno de España.

Y en realidad la solución está ahí desde 1902. Fecha en la que el Maestro Antonio Alvarez Alonso escribió el pasodoble "Suspiros de España", que, sin duda alguna, debería ser el himno de nuestro país. Por lo visto, las diferentes letras de la canción no se escribieron hasta 1938 (plena guerra civil, un buen momento para plantearse qué era lo español ¿no?). Existen dos versiones de letra. Las dos están bien, pero yo apostaría por la primera, porque la veo más poética. (Me flipa lo de fundir cuatro rayitos de sol)


Versión 1
Quiso Dios, con su poder
fundir cuatro rayitos de sol
y hacer con ellos una mujer.
Y al cumplir su voluntad
en un jardín de España nací
como la flor en el rosal.
Tierra gloriosa de mi querer
tierra bendita de perfume y pasión
España en toda flor a tus pies
suspira un corazón.
Ay de mi pena mortal
porqué me alejo España de ti
porqué me arrancan de mi rosal.
Quiero yo volver a ser
la luz de aquel rayito de sol
hecho mujer
por voluntad de Dios.
Ay, madre mía
ay, quién pudiera
ser luz del día
y al rayar la amanecida
sobre España renacer.
Mis pensamientos
han revestido
el firmamento
de besos míos
y sobre España
como gotas de rocío
[ los ] dejo caer.
En mi corazón
España te miro
y el eco llevará de mi canción
a España en un suspiro.



Y aquí va la segunda, que parece representar los sentimientos de muchos españoles que tuvieron que marcharse de este país en uno de sus periodos decididamente más feos.



Versión 2
Siento en mí triste emoción.
Me voy sufriendo lejos de ti
y se desgarra mi corazón.
Nunca el sol me alegrará.
En el vergel de España, mi amor,
como una flor siempre estará.
Dentro del alma te llevaré,
cuna de gloria, valentía y blasón.
España, ya nunca más te he de ver.
De pena suspira mi corazón.
Si con el viento llega a tus pies
este lamento de mi amargo dolor,
España, devuelvelo con amor,
España de mi querer.
Siento en mí triste emoción.
Me voy sufriendo lejos de ti
y se desgarra mi corazón.
Nunca el sol me alumbrará.
Ya nunca más tu suelo veré,
lejos de tí, de pena moriré.
España mía, ya no te miro.
Tú eres mi guía.
Por ti brotan mis suspiros,
tú eres toda mi alegría.
De noche y día yo no te olvido.
Ay, quien pudiera,
ay quien volviera.
Qué no daría
por mirarme, patria mía,
en tu cielo azul.
En mi soledad
suspiro por ti.
España, sin ti me muero.
España, sol y lucero.
Muy dentro de mí
te llevo escondida.
Quisiera la mar inmensa atravesar,
España, flor de mi vida.



Y ahora, estimados lectores, echando mano de sus recientes experiencias futboleras, hagan uds el favor de imaginar un estadio cantando esto. A ver si mola o no mola pero bastante más que el chunda-chunda habitual.

sábado, 10 de julio de 2010

Golma, recopilación de poemas de W. Foc


Estimados lectores, otro aviso acerca de un libro: Golma

Un tal W. Foc firma, con precaución de debutante, un poemario extraño y muy bien reunido. Contiene tintes geográficos almerienses, desvaríos de mente inquieta, retruécanos sexuales y abisales sentimientos; una auténtica coctelera poética surgida de la mente de un autor emboscado tras seudónimo, de alma curiosa y viajera, muy capaz de subrayar ciertas cotidianidades.

El estilo es sintético, directo y sin remilgos. El tal W. Foc puede pasar en pocas letras de evocar el más etéreo sentimiento a mencionar, por ejemplo, una salida de autopista con su número incluído.

Las composiciones se leen con facilidad. No hay más que dejarse llevar y no esperar encontrarse con Rubén Darío por ningún lado. W. Foc no parece muy preocupado por el resultado estético de su obra. No hay concesión ninguna a la búsqueda de la belleza en su trabajo. Quizá por eso se merece el respeto de P&B.

Es de digna mención el magnífico diseño del libro y las buenas fotos que se intercalan -obra de un tal Manuel Falces-.


Por si alguien está interesado en sumergirse en la búsqueda de este raro ejemplar de poesía, ahí va el ISBN 978-84-613-3970-9. Suerte

martes, 29 de junio de 2010

La FIFA en manos de la Iglesia Católica











Ayer vi una rueda de prensa en la que unos tipos de la FIFA se presentaban ante los medios tras los dos fiascos arbitrales decisivos de la anterior jornada del mundial. Estaban allí porque todo el mundo sabe que ya se podría arbitrar sin fallos gracias al video, evitando así que la competición quede, como quedó, como queda siempre, adulterada. Pero ellos, los tipos de la FIFA, no quieren y nadie se explica muy bien por qué. Estaban allí, perfectamente trajeados, hablando en francés a la prensa internacional y contándonos a todos no sé qué acerca de motivos de seguridad. Como si cada vez que en casa viéramos la repetición de jugadas como el gol de la michel a Brasil, o el anulado frente a Corea, o el anulado ahora a los ingleses, estuviéramos en serio peligro.
Hablaban de fútbol, pero las similitudes con otro mundo muy parecido me iban asaltando. El tonillo del portavoz trajeado FIFA era el mismo tonillo de un cura hablando del peligro de cosas como los preservativos. Poco a poco todo me va encajando, FIFA es una organización que hace las cosas mal a sabiendas de ello y a sabiendas de que perjudican a las personas. La Iglesia católica opera exactamente igual, negándose a adoptar medidas de todo punto humanas e útiles para todos...y hablando con ese tonillo ---"no si ya sabemos que sería mejor como decís, pero os vais a joder unos cuantos siglos más hasta que no tengamos más remedio que hacer lo que decís para poder sobrevivir nosotros" .Y todo les está saliendo muy bien. No hay demasiadas protestas en las calles, nadie repara en cómo ambas organizaciones se armonizan entre sí para lograr vaya ud. a saber qué oscuros objetivos. Muchos aún no han reparado en este deslizamiento de la FIFA hacia la Iglesia, de esta absorción del balompié por parte del Vaticano, aunque hay pistas por todos los lados, pistas que indican que ésta trama está teniendo éxito: Como dato estadístico, ahora muchas madres rurales de familia numerosa -quizá confundidas por estas maniobras- desean para uno de sus vástagos la profesión de juez de línea, o tirando más alto, incluso árbitro... viéndose ellas en un cómodo y honorable futuro como "madres de árbitro FIFA". Sacerdotes FIFA, personas muy extrañas. Orgullosas, raras y chulescas. A menudo muy pequeñitas. Con la perenne expresión de "Yo es que soy muy firme en mis cosas" ¿Cómo no iba a estar orgullosa una madre?

Yo acuso a la Iglesia Católica de deslizamiento paulatino hacia el mundo del fútbol como único medio de seguir en contacto con las personas. La FIFA ya depende del Vaticano. Pronto los árbitros lucirán crucifijos y en las iglesias los domingos se harán sermones-crónica sobre la jornada futbolística del día. Han adulterado el mundial como han adulterado la vida y la convivencia, es su reconocible modus operandi.



Seamos, pues, precavidos.


Renco W. Jones

martes, 22 de junio de 2010

"Los millones" primera novela de Santiago Lorenzo


"Marzo de 1986. A uno del GRAPO le tocan doscientos y pico millones en la lotería primitiva. No puede cobrar el premio porque no tiene DNI"

Esta es la historia que cuenta Santiago Lorenzo en su primer libro, editado por Los libros de Mondo Brutto durante el pasado mes de mayo del presente 2010.

El autor, Santiago Lorenzo, ya se ganó el respeto de P&B por sus películas "Mamá es Boba" (cuya camiseta promocional le cupo a este periodista el honor de lucir por todo el ala de maternidad del Hospital Torrecárdenas de Almería) y "Un buén día lo tiene cualquiera".

El libro contiene una buena historia. Bastante bien contada y también bastante bien desarrollada. "Los Millones" es uno de esos libros que mola leer. Un acierto de la editorial Libros Mondo Brutto que debuta en el sector con este trabajo.

Pues bien, mañana miércoles 23 de junio a las 19:30 horas, tendrá lugar en la Casa del Libro de Madrid (Gran Vía 29), la presentación de este primer libro de Santiago Lorenzo. El acto contará con la solemne presencia del autor.

sábado, 12 de junio de 2010

Charla con el Comandante

El encuentro tuvo lugar durante el pasado mes de mayo en una granja aislada en Baviera (Alemania) . Pese a su inicial desconfianza hacia un interlocutor español, el Comandante dedicó a P&B unos minutos en los cuales se abordaron termas tan interesantes como el imperialismo gallego, el estado mental de Maradona comparado con el de Pelé, los beneficios de una prostitución tutelada desde el estado y la eterna lucha de clases. El Comandante dijo mostrarse a favor de una revolución mundial destinada a terminar de una vez por todas con personas como Shakira o Enrique Iglesias (al que afirma no soportar personalmente) .
En próximas entregas, P&B publicará la entrevista entera con el famoso dirigente caribeño.

martes, 4 de mayo de 2010

Una frase para la historia del r'n'r


El rock siempre ha estado abierto a frases que, en ocasiones, han merecido ser esculpidas en mármol. Yo tuve la fortuna de presenciar una de ellas. Su autor fue Sony, líder de la banda valenciana Los Bugas, amiguete de muchos años en el Jo Bar. El tipo, todo un clásico, actuaba bastante tocado en lo referente a sustancias. La coctelera del rock estaba en marcha y daba sus frutos: La banda sonaba potente y Sony derrochaba actitud y talento. Perfecto.
No se si se han fijado en que normalmente, los cantantes de los grupos suelen tener a sus piés pequeños instrumentos con los que ayudan a la banda en ocasiones: una harmónica, pandereta, maracas, etc. Pues bien, Sony tenía los suyos. Y también tenía una chiquilla, guapita, de poco menos de veinte años, que, embelesada por el buen hacer del músico, se tragó el concierto entero justo debajo de sus pies. Siempre mirando hacia arriba con admiración. De vez en cuando, alargaba una de sus manos y cogía la pandereta, o una maraca, en fin, daba una brasa innecesaria. Sony echaba cortas miradas sin perder el ritmo porque -normal- aquello no le molaba nada. La chica, reventando de admiración por el músico, perseveraba en su manía de tocarle los instrumentos. En un momento dado, Sony dejó de cantar, paró la actuación, miró hacia abajo a la chica y le dijo:
"Mira bonita, como vuelvas a tocar la pandereta, te meto una patada en la cabeza"
La chica se levantó toda indignada y se marchó haciendo aspavientos. A la de tres, la banda volvió a sus cosas.
Gran frase. Grande Sony. Grande el r'n'r

sábado, 1 de mayo de 2010

precious moments III: Joe Strummer



Sí amigos. Es Joe Strummer de los Clash. Cliente asiduo del Jo Bar (no faltaba una sola noche). Tan asiduo que llegó a convertirse en amigo nuestro. La primera vez que le vi acercarse a la barra pensé que me las iba a ver con una estrella del punk. Imaginaba destrozos, potas y comportamientos de ese tipo, pero no. Siempre se comportó como un perfecto caballero. Sus modales resultaban siempre exquisitos y sus propinas las mejores que yo vi en años. Eso no quitaba para que se agarrara unos ciegos dignos de su leyenda. Precisamente, en la foto en la que se le ve agachado, estaba pidiendo un "tóxicou", que es como el llamaba a los conocidos rones del bar de Jo. Le encantaba esa bebida que alternaba, en la mejor de las tradiciones, con la cerveza Fink Brau, de la que también se hizo fan (creo que se llegó a hacer una camiseta artesanal con el logo que luego le regaló a JO).
Las conversaciones con él eran siempre bastante interesantes. Demostraba una cultura y una sensatez que uno no relaciona precisamente con el punk. Cuando cerrábamos el bar, él se venía con nosotros a donde fuéramos y siempre me decía que yo tenia "el mejor jodido trabajo del mundo" y tenía razón. A veces le hacía una finta a su mujer -la llevaba a casa y luego él volvía- y nos decía que si su mujer le sorprendía, le iba a dar con el "rodilou" (el rodillo de amasar).
Una noche vi algo que me pareció curioso: Estaba él sentado en una de las mesas tranquilas del Jo Bar con varios chiquillos a su alrededor. Algunos debían ser hijos suyos, otros de sus amigos -venían siempre en plan tribu-. Por supuesto, él estaba mamado, pero les estaba explicando a los chavales la importancia que para el Reino Unido había tenido Winston Churchill. Y lo hacía con un rigor y un lujo de detalles que más parecían corresponder con los propios de un historiador de Cambridge. Los chavales le atendían como apóstoles y no era para menos.
Cuando nos enteramos de su muerte, teníamos planeado un viaje en moto hasta su casa de Inglaterra. Nos había invitado el verano anterior y no pensábamos perdernos aquello ni de coña. Seguro que habría molado.
Un buen tipo el Joe Strummer. Cuando os bebaís un ron el Jo Bar, brindadle alguna de las rondas.
Por cierto, las dos magníficas fotos que veis son obra de Thomas Donner, que por aquél entonces se encargaba de la música en el Jo Bar. Gracias Thomas.

lunes, 26 de abril de 2010

Menos mal que alguien hace algo


En vista del azote de los tiempos presentes, nuestro colaborador Españolator acudió al oráculo Osborne de la comarca para implorar que, de una puñetera vez, aterrize una nave de Andrómeda y se lleve abducida a toda nuestra clase política. Ofreció a cambio su balón Adidas de playa y su firme promesa de no volver a probar nunca el pacharán. Ejemplos como este evidencian que el genero humano todavía tiene solución. Sólo es cuestión de encontrar el camino.

DEBATE. ¿en contra o a favor?


Las cosas tienden a ponerse difíciles amigos. ¿Recuerdan uds. los exhaustivos controles realizados por la guardia civil durante el pasado verano? Colas de coches llenos de personas acaloradas esperando ser revisados por la benemérita a la salida de las playas. Es innegable que con aquello se logró frenar el tráfico de chancletas y se incautaron innumerables bañadores mojados. Es más, nos pusimos a la cabeza de Europa en cuanto a aprehensión de toallas húmedas. En definitiva, todo un éxito en el año 2009 para nuestras fuerzas de orden.
Pues bien, parece que las autoridades planean un nuevo golpe: La prohibición de aparcar en lo que hasta ahora habían sido los aparcamientos de sitios como por ejemplo el Playazo de Rodalquilar. Todo el litoral del Parque Sobrenatural se ha visto inundado de carteles como el de la foto que ilustra esta entrada. Desde P&B queremos abrir un debate sobre el tema. ¿A favor o en contra de la mencionada prohibición? Pueden uds. dejar sus perlas-comentario.

domingo, 25 de abril de 2010

¿Te gusta conducir? pues mira palante coño.







A todo el mundo le gusta conducir a través de las bellas carreteras del Parque Sobrenatural. Al volante de nuestras fieles máquinas nos vemos rodeados de bellezas que rayan en lo hortera: Que si un amancer con fucsias, que si mira como asoma el mar por esas montañas, que si mira que colores en la tierra, que si ¡Hostias!...ya estamos en una zanja. ¿te gusta conducir? Pues mira palante coño. A ver si maduramos.

martes, 20 de abril de 2010

estampas nijareñas: incendio en San Isidro


Una soleada mañana en San Isidro. Se había declarado un incendio en una casa ocupada por inmigrantes. Se desataba la locura en el vecindario. Todo un gentío asistía, más expectante que atemorizado, a la inesperada reunión callejera. Alguien acercó una manguera que resultó ser demasiado corta, así que el Newton local irrumpió en la escena con otra manguera para unirla a la anterior, pero algo fallaba: era necesario que algo o alguien sostuviera el empalme. Las llamas y el humo cobraban más y más importancia. Los bomberos ya habían sido avisados, pero todo el mundo sabía que venían de lejos y tardarían en llegar. Lo más a mano que se encontró para sostener el empalme fue un niño gordito que andaba por allí. Y allí le colocaron, sosteniendo el empalme, empapándose sin rechistar, consciente de su importancia y del protagonismo que ésta le otorgaba. Cuando llegó el camión de bomberos, con sus sirenas, luces y avisos de todo tipo, lo hizo a espaldas del chaval-héroe. Venía a toda velocidad en la confianza, imagino, de que todo el mundo se retiraría de la calle. Pero el chaval no se enteraba de nada. Todas las marujas empezaron a chillarle que se quitara, pero el niño gordito no entendía nada. Se mascaba la tragedia. El camión de bomberos tuvo que pegar un frenazo considerable y el chaval soltó asustado el empalme...

P&B goes digital



Estimados lectores: El nucleo duro de P&B ha decidido pasarse temporalmente a lo digital. Seguimos emitiendo desde nuestra base secreta subterránea en el Parque Sobrenatural de Cabo de Gata - Níjar. Quisieramos, desde estas líneas, rendir el agradecimiento que merecen las personas que colaboraron en los siete números publicados en papel: Todos ellos curraron por la cara, sin percibir ni un lastimero guil. No se recuerda tal abnegación desde el tiempo de las cruzadas.
En la foto faltan algunos: Killófocles, Peter, Jesus Mariano, J. Consigliere, Karl Von Rein y Bluecat. El resto sí están: Mariachi San Benitos, Fotofinis, Boni LOz, Monipeni, Dr. Exitus, Españolator, Diógenes Pla de Ejido, Erizo, F. Lefer, James Berrinches y Renco W. Jones. Va por todos. Salud

viernes, 16 de abril de 2010

precious moments II: Los California Country Boys


Esa noche era una de esas noches de entre semana del mes de julio, en la que no había demasiada gente en el bar de Jo. Allí llegaron los California Country Boys (a pesar de ese nombre, que parecía con capacidad de representar a todo un rancho lleno de músicos, eran sólo dos boys. Esa fue nuestra primera sorpresa al recibirles).
Uno de los dos era ya más que talludito, entrado en carnes y asombrosamente pequeño para la camisa que lucía. (Una en la que se mostraba una especie de sky line de lo que debía sin duda ser el desierto de Wyoming).
El otro era muchísimo más jóven -de hecho, creo que era su hijo- y no estaba allí de muy buena gana. Además, seguramente el padre le había obligado a ponerse la misma camisa; el distinguido uniforme de escena de los CCB.
Al verles montar los instrumentos, reparamos alarmados en que sólo llevaban una guitarra y un super teclado de esos como los que tocaba el rarito de Mecano...no había ni batería, ni bajo, ni madre que lo parió, pero "traían sus ritmos pregrabados", nos aseguraba el CCB maduro. Magnífico: Como en la mejor tradición de gitano-con-cabra. Un escalofrío premonitorio recorrió mi espalda y ya era tarde para cancelar la actuación.
Una vez presentados, arrancaron su show. Ya conté antes que había poca gente. Además, todos estábamos desprevenidos, no nos esperábamos aquello: eran francamente malos. El público, que al principio se había colocado cerca del escenario, comenzó a alejarse disimuladamente. Se alejaron tanto, que al final sólo quedamos los CCB y la tripulación del bar. Durante la actuación yo reparé en las miradas de odio que el joven CCB dirigía al viejo CCB. Eran miradas de preso a funcionario de prisiones. El hijo estaba pasando un rato aún peor que el nuestro. Y eso que nosostros nos teníamos que agachar detrás de la barra para descojonarnos a gusto.
Así fue amigos. LLegaron, echaron a toda nuestra clientela y se fueron muy dignos (con su pasta en el bolsillo). Eran los California Country Boys.

La ostia en moto de Bob Dylan




Parece ser que aún se levanta un telón de misterio en torno al accidente de moto que sufrió Bob Dylan en julio de 1966. En aquellos tiempos, el esquivo divo americano, tratado por los medios y la sociedad del mundo occidental como un oráculo de la cultura pop, hacía poco que acababa de protagonizar su sonado "paso a la electricidad" (yo oía esa expresión de pequeño y pensaba que aquel tipo de la voz chillona había decidido, por algún motivo concreto que se me escapaba, empezar a instalar frigoríficos, lavadoras y televisiones por toda su casa).
Lo cierto es que, aburrido de años aporreando guitarras acústicas y protestando mucho, decidió romper los límites que le imponía el folk y sumarse a la diversión y la libertad creativa que parecía representar entonces el Rock'n'roll, "traicionando" a todo un sector de palizas folkies (Joan Baez; Peter, Paul and Mary y otros tipos de esa calaña).
Bob había conocido personalmente a bandas de rock británicas como The Beatles o The Animals y lo que ellos representaban no tenía color con las chapas de las que imagino le debían hacer receptor sus coleguitas folkies. (ver "Jipis", pag. 00 P&B 1, o la entrada "El jipi de costa nijareño: descripción, hábitat y una anécdota)
Pero volvamos al accidente. Se dice que andaba mamado aquel 29 de julio de 1966 cerca de su casa de Woodstock, donde estaba pasando un gran rato con los buenos chicos de The Band. Tan mamado que decidió irse un rato a disfrutar de su Triumph Bonneville de 650 cc. (ahí, en las motos, tenía buen gusto el vate de Minnesota). Decía que salió de noche y mamado como sólo se puede mamar una estrella del rock. Así, parece que perdió el control y se marcó el típico "recto" en una curva maldita, con el resultado final de salir eyectado de su máquina con traumático resultado. (imaginad, queridos lectores, el vuelo desde la moto del pequeño gran poeta americano aderezado con un típico grito dylaniano: "eeeeeeeeeeeeeeinnnnnnnnn")
Se dijo que Bob se había partido el cuello y también otras barbaridades trágicas sobre sus heridas. Que si se había tragado una harmónica, que si por distintas fracturas, nunca volvería a poder tocar la guitarra. Pero lo único cierto es que Bob desapareció de escena aprovechando esta circunstancia. Sin duda debía estar bastante hasta los huevos de que le preguntaran constantemente sobre cualquier asunto como si él tuviese todas las respuestas, de que le asediasen los fans y de que le vilipendiasen los acérrimos seguidores del folk, así que, por lo que parece, debió decirse: -ajajá. Y, frotándose las manos, se escondió profundamente para trabajar con tranquilidad.
De esa temporada de tranquilidad, durante la cual leyó mucho la Biblia y aprovechó para disfrutar de la vida en familia con hijos, quedaron para la historia "The basement tapes" que al parecer grabó con The Band en su propia casa y que hoy en día constituyen un trabajo musical muy apreciado.
Aunque en aquella época se dió por cierta la gravedad del accidente, hoy en día se especula mucho con la teoría de que fingió una gravedad en las secuelas de su accidente que no era, ni de lejos, real. Que aquello no pasó de ser un susto del que sacó partido escondiéndose de palizas, colgaos, periodistas, fans (y probablemente de Joan-brasa- Baez).¿Qué decir? Yo aplaudo esa conducta. Aplaudo su paso a la electricidad y aplaudo su gusto en cuestión de motos. Si uno se tiene que piñar, mejor hacerlo con clase, mejor hacerlo con una Triumph.

jueves, 15 de abril de 2010

precious moments I : Pablo y Norbert


La vida está llena de momentos entrañables. Como éste, en el que Norbert -claramente beodo- le explica a Pablo su proyecto: Reconstruir una ruina encaramada en la montaña en los altos de Velefique (almería, southern spain). Allí proyecta crear un bar en el que se servirán 100 tipos de cerveza. Será obligatorio beber directamente de la botella. No habrá vasos, por lo que tampoco habrá que fregar. La barra deberá estar atendida por una tía buena en tetas ¿qué maravilla, no?. Ese era el delirante diálogo de aquella noche de cuando el bar de Jo se exilió en Fernanpérez.

sábado, 3 de abril de 2010

el bar del muerto



1 Morir sin glam

Ya son tres las visitas que he rendido al Bar del muerto. La primera vez que fuí, no sabía cómo se llamaba. Yo iba sólo a un bar de moteros que estaba en las cercanías de Tabernas. En esos casos da igual donde uno vaya. Lo importante es siempre el rulillo en moto con los amigotes. Así fué. Llegamos y nos instalamos en una mesa a beber cervezas frías y a esperar la inevitable actuación de un grupo de r'n'r. Estando a nuestras cosas, veíamos cómo los músicos se curraban el sonido. Lo de siempre; acoples, canciones a medias, etc. No podían probar bien porque les faltaba el bajista. Al rato éste apareció trotando hacia el escenario y subió atléticamente los dos escalones. Se enganchó el bajo y, entre algunos reproches por la tardanza, comenzó a probar.
A partir de ahí me desentendí de los músicos y seguí bebiendo con mis amigos. Unos minutos más tarde, una algarabía en el parking empezó a atraer gente hacia afuera. Como todo el que tiene una moto a la que ama, si algo pasa en las cercanías de esta siempre se echa un vistazo para eliminar amenazas a nuestra máquina. Al mirar me tranquilicé porque no existía tal amenaza. La gente hacía un corro a unos diez metros de mi Triumph. No me afectaba. Pero un poco después, entró alguien con más información: "ahí fuera se ha muerto un tío". Resultó ser el bajista del grupo. Yo me pregunté si ellos, los del grupo, serían capaces de tocar en esa circunstancia. Pensaba que quizá lo harían como homenaje al muerto y luego envolverían el cadaver de su compañero en la bandera americana y lo arrojarían a la carretera. Pero no. No tocaron. Allí estábamos todos, que ya nos habían servido la comida, viendo como los músicos recogían todos los instrumentos entre lágrimas. Pasaban a centímetros de nosotros en su ir y venir lloroso. Todos comimos sin problemas, a nadie se le quitó el hambre. Nos afectaba muy poco la tragedia. Sí salió a relucir el siempre socorrido refranero español, pero nada más.
Ese era el día de la inauguración de aquél bar que ya quedó bautizado como "El Bar del muerto".

2 La mirada del Nú

La segunda visita que rendí al lugar ya iba mejor informado. Sabía que iba al Bar del muerto. Al llegar, no pude evitar examinar el aspecto de los músicos y reconozco que sentí el temor de que muriera otro -tal era su aspecto-. Pero no murió nadie. Se subieron y tocaron sin más. La acción, esta vez, se vió desplazada a un trío de personas. Eran dos hombres y una mujer. Ella era una puta rusa de un cercano puticlub de carretera, que había estado liada con uno de los dos hombres y le había abandonado al perder éste su coche en un accidente. Ahora estaba liada con el otro hombre (que imagino sí debía de tener coche). El aspecto del agraciado con los favores de la dama era risueño, despreocupado, casi fiestero. La puta le obsequiaba con bruscas carantoñas. Con cucamonas sexuales de puticlub y el tío estaba muy feliz.
Lo que no entendía yo era porqué el otro desgraciado permanecía allí. Todos los parabienes de la puta para con su nuevo caballero, se tornaban en insultos, gestos hoscos y desagradables gritos alcohólicos para el desgraciado. Y sin embargo el tipo aguantaba allí. Fumando un cigarro tras otro y mirando al suelo.
La puta se venía arriba y se ponía a bailar provocando a uno y humillando al otro y los dos tipos parecían aceptar aquello con tranquilidad. Recuerdo fijarme en la mirada del desgraciado y recordar un documental de esos de naturaleza en los que un ñu se ve atacado por unos leones. Cuando el ñu ya está perdido, con dos o tres leones mordiéndole ora los cojones, ora la garganta, se le ve una mirada no ya resignada, sino tranquila, carente de alarma...eso me recordó aquél tipo.

3 Por fin un concierto

En la tercera visita me acercaba al lugar temiéndome ser de nuevo testigo de alguna cosa sórdida. Pero no. Hubo sol, calorcico y tocaron los Sun Rockets. El nombre del bar ya se ha difundido por toda Almería y no pasa nada. Seguiremos yendo.

Dejad que los niños se alejen de mi


Lo que más le gustaba a Matías era mirar por la ventana. No importaba de qué estuvieran hablando en la clase mientras lo hacía. Tampoco quién lo estuviese haciendo. Para Matías, a sus ocho años, poder apoyar los ojos en ese campanario que se veía a lo lejos era más que suficiente. Imaginando cosas que podían tener o no que ver con el campanario en cuestión, Matías alcanzaba una confortable sensación. Pero no era tan fácil. Rara era la hora en la que Matías podía mirar y mirar sin ser interrumpido.

- ¡Matías Garrido!, ¿qué acabo de explicar?

Y claro, Matías nunca tenía ni puta idea de qué acababa de explicar el torturador de turno. ¿Por qué aquella manía de no dejarle a él en sus cosas? Siempre le interrumpían en los momentos en los que su abstracción le estaba llevando a los sitios más deliciosos. Y no sólo los profesores, también su amigo Gabriel, que aunque era un imbécil, era su amigo y compañero de pupitre.

- Matías...Matías –en susurro-... ¿qué estás mirando?

Lo bueno de Gabriel era que no había que contestarle inmediatamente como a los cabrones de los profesores. No importaba dejarle así, porque enseguida se distraía con otra idiotez.

Además de mirar por la ventana de su clase, a Matías le encantaba que su Madre estuviera orgullosa de él. Por eso sufría tanto cuando le llevaba las notas. Claro, todo el día mirando por la ventana está bien, pero no se aprueba. “No presta ninguna atención, siempre está en Babia” , esa era la nota que los profesores solían adjuntar a los pésimos resultados académicos de Matías. (A causa de estas notas, Matías siempre imaginó Babia como un sitio realmente cálido para los sentidos)

Las últimas calificaciones habían sido las más espantosas que Matías recordaba haber cosechado. También era cierto que su observación del campanario lejano se estaba poniendo más y más interesante. La de cosas que ocurrían en la imaginación de Matías al mirarlo, pero a la hora de afrontar el sufrimiento de su Madre, eso no tenía ningún valor. Esa noche se metió en la cama pensando que algo tenía que hacer para remediar esta situación.

A la mañana siguiente se encontró en el autobús del colegio con su amigo Gabriel. Al saludarle, éste le dijo muy serio:

- Me ha dicho mi madre que hasta que no apruebe no puedo jugar ni hablar contigo. Mi madre dice que eres una mala influencia para mi. Que todo es por tu culpa que...

Estaba claro que Gabriel era un imbécil. Así se lo hizo saber Matías, pero lo hizo desde el dolor. Acusaba el golpe recibido. Parecía que todo el universo conspiraba para impulsarle a tomar alguna grave decisión. Así, el episodio del imbécil, unido al sufrimiento por su madre, hicieron que Matías tomase una resolución:

- Voy a cambiar –se dijo a si mismo- voy a hacer que mamá se sienta orgullosa de mi por mis buenas notas y cuando el imbécil este quiera ser otra vez mi amigo para aprobar, le diré que es un imbécil y que ya no será nunca más mi amigo.


Así comenzó un día de mucho ajetreo para la cabeza de Matías. Echar por la borda toda una vida dedicada a la contemplación del campanario y al confortable autismo no es tarea fácil. Tenía que planear bien las cosas. Para empezar debía fijarse en los que sí aprobaban, así se daría cuenta de lo que debía hacer: Examinó el aspecto de Pepito Guillén. Ese sí que era todo un tipo. Siempre sacaba sobresalientes. Sin duda, todo su éxito se lo debía a su abrigo de pana marrón. Lo primero era hacerse con un abrigo de pana marrón, lo demás vendría rodado.

Todo el día lo pasó Matías oyendo atentamente a los profesores. Haciendo garabatos que semejaban apuntes con su bolígrafo de cuatro colores. Actuaba bien. Su actitud, sus ademanes, eran los de un perfecto empollón. Sin embargo no descuidó el seguir enriqueciendo su nueva postura ante la vida con más complementos. Apuntó mentalmente que necesitaba –ya- un estuche de tres pisos como el de Mario Porras, que también suspendía todas. Pero sin duda alguna, él sabría como sacarle un mejor partido académico a un estuche como ese, no como el idiota de Mario Porras.

Todo funcionaba. Se sentía mucho mejor. Ya disfrutaba por anticipado las mieles de su futuro éxito. Nada podía pararle. Su madre sería la más orgullosa de las madres al encontrarse cara a cara con el nuevo Matías, ese tipo con abrigo de pana que sacaba las mejores notas del colegio.

Las cosas iban bien hasta el punto de que, en la tarde de ese primer día de la vida del nuevo Matías, el imbécil de su amigo Gabriel, había ya iniciado un tímido acercamiento contraviniendo las tajantes órdenes de su madre –esa bruja ignorante-. Matías frenó el acercamiento de Gabriel con un estudiado desdén. Le devolvía el dolor, si es que ese imbécil de Gabriel podía sentir el dolor.

Matías había plantado cara a un problema y lo estaba venciendo. Ya era el nuevo Matías.

Llegó a casa y, por primera vez en su vida, no se puso a jugar. Se metió en la habitación y se puso a hacer los deberes. La asombrada madre no quiso interrumpirlo preguntándole por este cambio tan significativo –era tan increíble que le daba miedo hacer cualquier cosa que pudiera truncarlo, ni siquiera preguntarle- Así que Matías, molesto porque su Madre no había reparado en el importante cambio operado en su persona, se vió obligado a exponerlo:

- Mamá. Hoy en el colegio he cambiado. Ya verás que notas traigo este mes. Ya no miro al campanario nunca, pero necesito un abrigo de pana.

La madre de Matías nunca entendió nada.

Después de dormir a pierna suelta, el nuevo Matías llegó triunfante al día siguiente al colegio. Había que ver qué diferencia entre cómo entraba en clase el antiguo Matías –ese tipo sórdido que siempre debía esconderse para no ser interpelado acerca de los deberes no realizados- y este nuevo Matías; tranquilo, sereno, dominador, esperando secretamente que el profesor le demandase la tarea encomendada el día anterior....Aún no había abrigo de pana, ni estuche de tres pisos, pero todo llegaría. Como llegó lo que tanto estaba deseando;

- Matías Garrido, enséñeme la tarea.


Por entre las risas de los compañeros –hienas siempre ávidas de desastres ajenos- Matías avanzó hasta la mesa el maestro. Allí depositó con orgullo el cuaderno y esperó erguido la reacción. Ésta no tardó en producirse:

- Garrido, esto es una soberana memez. Está todo mal....pero si ni siquiera se entiende....¿qué pone aquí? ¿eh?...da igual. ¡Vaya a su pupitre y repítalo!


Y Allá volvió humillado el nuevo Matías. A reencontrase en su pupitre con el imbécil de Gabriel –que se estaba riendo con ganas- . Allí le esperaba también el viejo Matías, que le sonreía señalando el campanario donde, en ese preciso momento, estaban pasando las cosas más increíbles.

Una trepidante historia de la tv.


-“Se lo paso a Mariló”. Yo nunca había pensado que la vida me conduciría por derroteros por los que tendría que decir cosas como esa. Tras pronunciar esas terribles palabras, caí en un estado de frustración muy parecido al que experimentan las golondrinas cuando el cambio climático afecta a sus ciclos migratorios. El mundo que yo conocía no servía para nada en esa situación irreal en la que ahora me desenvolvía: Focos, decorados, paneles, una super estrella de la TV dirigiéndome preguntas, intercambiando forzados comentarios... Mientras todo eso ocurría, traté de recordar cómo había llegado hasta allí.

La memoria me transportó a una cálida tarde de primavera. Una de mis amigas me anunció que había enviado mi candidatura para la participación en un concurso de TV. Yo reí. Parecía muy buena idea y sobre todo, estaba muy, muy lejana. ¿Por qué no? Un concurso en la tele es muy asequible y aunque dolía pensar en tan doloroso espectáculo participado por uno mismo, la compensación material podría ser importante.

- Vale vale, muy bien. –acepté sonriente.

Risas, aprobaciones y promesas de ánimo fueron lo primero que recibí a cambio de mi temeraria decisión.

Pero un mal día, una llamada de teléfono me convocó a un hotel madrileño. Allí se iban a llevar a cabo las pruebas de aptitud para el concurso de la tele. Movido por una fuerza externa e inexplicable, acudí. No tenía ganas, pero acudí.

Las pruebas resultaron tan absurdas como humillantes y así lo manifesté con mi actitud hosca y distante durante el desarrollo de las mismas. Salí de aquel hotel pensando que la broma había terminado. Era imposible que me aceptaran después de mi comportamiento. Experimenté de nuevo la tranquilidad, respiré hondo y volví a mis cosas.

Meses después, una nueva e inesperada llamada. Estaba atrapado.

–“Sí, vale”- dije al teléfono. Y empezé a precipitarme hacia el triste final. La eficaz señorita me había enterado –en sólo unos segundos- de todo lo que debía saber: Día. Hora. Vuelo. Ropa. Carnet... – “Y por favor, no nos falles ¿ehe?”

Transcurrieron los días como en una cuenta atrás. La llegada del momento del concurso cada vez me horrorizaba más. Entre bromas y autopromesas de alguna compensación material me consolaba de mi condición de pelele televisivo. Sabía que había aceptado ser la carne de cañón de un concurso. Eso ya era horrible, pero aún no sabía nada de nada...Lo peor estaba por llegar.
Tuve que viajar en avión a otra ciudad. “Una bonita, soleada y cálida ciudad mediterranea” me consolaba la noche anterior. Al aterrizar me envolvió una climatología tormentosa, fría y desasosegante. Mientras llamaba desde el aeropuerto para comunicar mi llegada, se cruzó en mi vista un hombre de expresión aburrida. El hombre sostenía un cigarro en la comisura de los labios y un cartel en las manos. Ese cartel era el logotipo del concurso de la tele. Aquel hombre aburrido era el chofer. Siguiéndole entre el clima lluvioso y los taxis amontonados en la puerta maldije mi suerte -¿Por qué? –me preguntaba a mi mismo sabiendo de antemano la respuesta - Por idiota. Por imbécil. Por querer ganar un coche. Por querer ganar un viaje. Por el estúpido anhelo de las cosas materiales. Por eso estaba allí, sorteando agrios taxistas detrás de un tipo con cara de aburrido que me abría la puerta de un lujoso monovolumen del que, como siempre, no iba a recordar nunca la marca.

Allí, dentro del confortable coche, descubrí a otras dos personas atrapadas, pero...¡Un momento!...no, no estaban atrapadas. Sonreían y se me presentaban con el mejor de los humores. Así oí por primera vez aquél maldito nombre:

-“Mariló”

Hasta entonces nunca había sospechado la existencia real de un personaje que se llamara así.

-“Mariló” -me repetía a mi mismo. -“Mariló”... Me planteé seriamente bajar del coche y huir en un avión... “No nos falles ¿ehe?”. El coche arrancó con el chofer aburrido, la delirante concursante profesional llamada Mariló, un señor de Logroño que no podía articular una palabra a causa de los nervios y yo, que no había querido huir.

Mariló llenaba el considerable espacio del monovolumen con su inacabable charla. Todo estaba inundado con su histérico tono de voz. Me decía a mi mismo que la tal Mariló era buena gente. Que la pobre no tenía la culpa de representar tan fidedignamente el papel de cerebro podrido. De idiota total. Ella incluso me había deseado “suerte” nada más sentarme en los mullidos asientos del monovolumen marca..... bueno el lujoso monovolumen que ya atravesaba una ciudad colapsada por la tormenta.

El señor de Logroño y yo nos limitamos a sumergirnos en la comodidad que para estas situaciones representa el mirar por la ventana. Así llegamos al estudio. El chofer desembarcó más aburrido aún que antes y Mariló preguntó inmediatamente que “dónde se podría cambiar de ropa.” (ella había traido desde San Fernando-Cádiz una enorme maleta con distintos conjuntos. Todos ellos muy televisivos. Dios, creo que a eso se le llama un buen “fondo de armario”)

Nada más entrar se nos indicó por gestos que no habláramos. Que no hiciéramos ruido alguno. Por gestos se nos informó del problema: No podiamos hacer ruido porque ya se estaba grabando uno de los siete programas que se grababan al día. Multipliqué rápidamente. Gracias a la información de Mariló –Dios que nombre- yo ya sabía que en cada programa participaban tres desgraciados concursantes: 21 personas participaban ese mismo día en aquel aquelarre.

Precedidos por una tal “Neus” subimos cuatro tramos de escaleras. Desembocamos en una gran sala. Bien iluminada gracias a sus ventanales. Había cómodos sofás y acogedores sillones. Una desmesurada televisión presidía la estancia. En su pantalla aparecían los pobres incautos que ya estaban grabando su programa. Las gentes de la estancia –todos futuros concursantes como yo- seguían las evoluciones de sus predecesores con entrega total. Era como si sus propios hijos participaran en la final de alguna competición mundial, tal era su interés y dedicación.

Neus nos hizo sentar. Teniamos que firmar unos papeles en los que renunciábamos expresamente a gran cantidad de los derechos que un ciudadano del primer mundo considera como “fundamentales”. Me llamó la atención una cláusula. En ella se informaba que el coche objeto del concurso no tenía mucho que ver con el vehículo que, en caso de ganar, se nos entregaría.
También había otro apartado en el que se nos informaba de que deberíamos permanecer allí hasta que el programa estuviese grabado del todo... Empecé a sudar frío.

Sin embargo, todos a mi alrededor estaban viviendo un momento pleno de sus vidas. En los pocos segundos que llevábamos en aquella sala y a pesar de estar rellenando papeles igual que yo, Mariló –Joder que nombre- ya se había presentado a todos los demás. Hablaban entre ellas de posibles premios, de posibles paneles de preguntas. Una señora de Zaragoza nos habló de lo interesante de su caso:

- A mi me apuntó mi hija. Yo no quería, pero ella erre, que erre... y aquí estoy, a ver si me llevo la televisión, porque como no consiga la televisión a ver como vuelvo yo a mi casa con mi hija...
- ¡Anda! –intervino Mariló muy indignada- ¡Pues que hubiera venido ella!
- ¡Sí, sí! ¡Eso! –graznaron muy ofendidas en su recién estrenado corporativismo el resto de las concursantes.
- Además, -retomó la señora de Zaragoza- no entiendo por qué me hacen venir aquí desde Zaragoza, si yo participo por teléfono...

Un silencio se extendió por la estancia. Todos los concursantes acababan de reparar en una de las mentiras del mundo de la tele. Las llamadas desde Zaragoza no eran desde Zaragoza, sino desde alli mismo.

- Se hacen desde un despacho –aclaró Neus con aire de sabelotodo.
- Pero, ¿por qué tengo que venir desde Zaragoza si lo mío es por teléfono? –insistía la señora de Zaragoza.
- Nno se, es por ...producción...
- ¡En el mundo de la tele nada es lo que parece! –anunció orgullosa Mariló.

Yo reparé en que ese día no eran 21 los desgraciados que allí íbamos a ser utilizados, sino 28. El señor de Logroño permanecía sentado con su abrigo encima. Sonriendo a todo el mundo y sudando por el bigote. El resto de los concursantes –ya encabezados por Mariló- acosaban a preguntas a Neus, quién finalmente optó por huir escaleras abajo.

Se me informó de que yo participaría en el último programa del día. Recuerdo que estuve a punto de derrumbarme, pero me alegré un poco por el señor de Logroño –único representante masculino además de mí- El iba a participar en el penúltimo programa y noté como eso le ayudaba a llevar mejor la situación.

Precisamente, mi situación empeoraba por momentos: Tendría que esperar hasta el final. Participaría junto a Mariló, pero ¿Quién sería mi otro oponente?

Neus se acercó a mi con una sonriente Mariló enganchada del brazo. Detrás caminaban dos señoras.

-Fernando –me dijo Neus- Ya sabes que vas en el último programa con Mariló (me estremecí de nuevo a pesar de que ya lo sabía)... y con Mercedes...

Ella, Mercedes, salió de detrás de Neus. Surgió como una aparición diabólica. Era enana. Rechonchilla. Culona. De pelo corto, muy corto y blanco. Me informó de su profesión “Soy comadrona” y de su procedencia “de Valencia”. En ningún momento me hizo partícipe de datos que yo ya había discernido sin dificultad alguna: “Es lesbiana y esa tía horrible de la voz chillona de ahí de detrás es su novia que ha venido con ella para darle todo su apoyo en estos momentos difíciles...” –pensé.

El señor de Logroño le contaba su trabajo –comercial- a una chica jóven de aspecto y ademanes poco agraciados. La chica ya había concursado sin ninguna fortuna. Sólo había obtenido el premio de consolación.

- Virgensita, que no me pase a mí –se traicionó en voz alta Mariló.

Mercedes se sentaba con su novia y juntas se reían de cosas de comadronas valencianas lesbianas. Yo, completamente desesperado, saqué “La forja de un rebelde” de Arturo Barea y me sumergí en su reconfortante mundo de tragedias españolas, tragedias que yo sí podía entender.

- Uuuuy...¡Este lee mucho! ¡Este nos gana a todas! –me asustó la voz de Mariló que ya estaba junto a mercedes mirándome. Todos los presentes en la sala, con la más que posible excepción del señor de Logroño, estuvieron de acuerdo con Mariló. Si yo leía era porque iba a ganar.

-Además está siempre muy callado.-enjuició Mariló envalentonada por la anterior buena acogida de sus opiniones sobre mi.

Sólo pude sonreir. Cuando ya huía con mi vista en busca del refugio del libro, mis ojos se encontraron con los del señor de Logroño. Sí, por lejano que me resultase, él era mi único apoyo para ese día terrible.

Neus apareció para tocar a rancho. Fuimos conducidos escaleras abajo. Atravesamos innumerables pasillos en los que nos cruzábamos con los trabajadores. Todos los del borreguil grupo llevábamos el estigma del concursante y así éramos considerados. Llegamos al comedor. Allí nos esperaba una mesa en la que un cartel rezaba: “Concursantes”. El señor de Logroño se me sentó al lado y yo lo agradecí. No cruzamos una sola palabra, pero para mí era suficiente saber que tenía un flanco protegido contra charlas destructivas.
Lamentablente, mi otro flanco quedó fatalmente expuesto y apareció Mariló.

-Uuumm....¡Que buena pinta tienen estos calamares!


El panorama de la mesa era aún peor que el de la sala que habiamos abandonado. Allí por lo menos podía leer. Aquí tenía que afrontar los rostros y las conversaciones de todas aquellas mujeres. Señoras y chicas venidas desde toda España. Hembras de todas las edades y todas las condiciones.
Todas ellas compartían la devoción por la televisión. Conocían todos los concursos de la programación y muchas –como Mariló o Mercedes- ya habían participado en otros concursos televisivos antes.
La conversación se encarriló directamente hacia el concurso en el que estábamos metidos. La fortuna había sido desigual. La señora de Zaragoza había fallado lamentablemente. Sólo había obtenido el premio de consolación y todas la consolaban por ello.

- Lo importante es participar y pasarlo bien- sentenció Mariló con la boca llena de calamares.

Las dos comadronas lesbianas comían ensalada y cuchicheaban entre sí. Dentro de aquél submundo que estaba seguro que ellas comprendían a la perfección, existía otra sub variedad de mundo que ellas habían creado para su exclusivo disfrute. El señor de Logroño les sonreía. El pobre iba a tomar la palabra cuando repentinamente apareció en el comedor la gran estrella: El presentador del concurso. Todas las mujeres callaron y le miraron. El pobre señor de Logroño, que justo antes iba a empezar a hablar por primera vez en el día, agarró con decisión su copa de vino.

Yo me serví a mi vez un poco de aquél vino. El presentador estaba ya encima nuestro saludando engoladamente y disfrutando del coqueteo. Las mujeres –todas- se habían convertido ya en grullas patéticas, actuaban como gallinas cluecas...
Yo bebí con el señor de Logroño y me maravillé una vez más de la generosidad con la que sudaba por el bigote.

Una vez el presentador se hubo retirado a su mesa, el cloquerio se desvaneció para dar paso a una faceta pretendidamente intelectual, en la que alababan no su figura, porte o estética, sino su inteligencia.

-¡Este lee mucho! ¡Cuidadito con él Mercedes que lee mucho! –le decía Mariló a Mercedes con absoluta familiaridad.

Tomé el café de un sorbo y abandonando al señor de Logroño a su suerte en medio de una conversación sobre la prensa del corazón, pretexté algo para salir de allí. Subí de nuevo a la sala prometiéndome unos minutos de soledad reparadora, pero pronto oí por las escaleras al resto del rebaño encabezado por la incombustible Mariló.

- ¡Está leyendo! ¡Seguro! –oí decir dos plantas más abajo.

De nuevo rodeado por aquellos personajes surgidos de la imaginación de algún Dios loco, acogí con alegría la aparición de Neus:

-¡Mercedes, Fernando y Mariló. A maquillaje

Entramos en una gran sala en la que todas las paredes estaban recubiertas de espejos y luces.

Mercedes y Mariló fueron las primeras en ser maquilladas. La novia de Mercedes observaba desde el quicio de la puerta hasta que fue descubierta y explusada por Neus. Mariló aprovechó para cambiarse una vez que la maquilladora hubo acabado con ella.

-Uuy que alto –me dijo una bruja de dientes separados mientras me agarraba del brazo y me llevaba a su sillón de torturas.

La bruja se inclinaba hacia mi para untarme alguna sustancia en la cara y yo me maravillaba del enorme espacio libre existente entre sus dos incisivos. Pensaba que allí podría sujetar con completa tranquilidad un cigarro-puro, o que podría participar en uno de esos concursos de silbidos de las Islas canarias...
Ella, ajena a mis elucubraciones, me hablaba con su voz chillona sobre el famoseo. Sobre lo feas que eran algunas antes de que ella las arreglase. ¡Si yo supiera! Por supuesto no me iba a decir nombres, pero...¡Si yo supiera!

Ahora ya faltaba muy poco para mi participación. Subimos de nuevo a la sala de la enorme televisión. En ella vi como el señor de Logroño –que ya grababa su programa- empezaba a fallar sus primeras respuestas. Sentí un cierto nerviosismo premonitorio.

Neus se acercó para decir cuan poco nos faltaba y Mariló empezó a dar saltos por toda la habitación. La exaltación se extendió cuando los concursantes del programa precedente al nuestro llegaron a la fase del concurso en la que uno queda eliminado.

- Virgensita, virgensita, qué nervios, qué nervios...- murmuraba Mariló.


El señor de Logroño fue eliminado. Mercedes preguntó si tenía tiempo de ir al servicio. Éste le fue concedido y ella marchó con decisión hacia las escaleras. Una vez frente a ellas tropezó aparatosamente y rodó algunos peldaños. Su novia corrió solícita a ayudarle, pero no había necesidad. Mercedes estaba perfectamente. Era resistente como el cuero y dura como el acero de Krupp.

Neus subió y haciendo un simpático ademán (quizá demasiado simpático) dijo:
-Adelante

Allí iba yo. Detrás de Neus, Mercedes y Mariló. Dispuesto a ganar un coche o lo que fuera, pero sobre todo deseando que aquello acabara de una vez por todas.
Llegamos a la primera planta. Mariló se sintió indispuesta. Se le concedió permiso para ir rápidamente al lavabo. Yo pensé que debería aprovechar también y así beber un poco de agua por lo que me dirigí a los lavabos unos segundos después de que Mariló lo hubiera hecho. Allí me esperaba otra sorpresa. Pase por delante del servicio de señoras –abierto de par en par- y presencié como espectador privilegiado el culo de Mariló, quién al oir mis pasos trató torpemente de tapárselo.

No bebí agua. Baje directamente al plató´y en el camino me crucé con el señor de Logroño que me sonrió con alivio. Todo había terminado ya para él y su bigote no sudaba.

Mi estado anímico en aquél momento era comprensiblemente deplorable. Se nos enseñó una coreografía. Mercedes, Fernando y Mariló entraríamos saludando a nuestra izquierda. Ocuparíamos nuestros puestos. Yo debería saludar a la comadrona lesbiana, luego a la inefable Mariló –quién me exigió que le diera la mano de una forma que sólo debe emplearse entre cierto tipo de gente que se mueve en cierto tipo de situaciones-. Mariló no era de ese tipo de gente, pero quería su saludo. “No nos falles ¿ehe?”.

Me descubrieron más imposiciones:
En el saludo y presentación que cada concursante debe hacer de si mismo yo pretendí colar “Hola, soy Fernando y vengo de Madrid”. Fue totalmente inútil. Querían más. Querían saber a qué me dedicaba y yo no estaba dispuesto a hacer más concesiones. Tras una breve pero tensa negociación, accedí a visitar un lugar que por tan común ya es pisoteado. “Hola soy Fernando. Vengo de Madrid y he venido para ver esto por dentro” –acerté a rebuznar totalmente fuera de mi.
En cierto lance del concurso en el que se hace preciso pasar la baza en vez de jugarla, yo no debía decir simplemente “paso” o “lo paso”, sino “se lo paso a Mariló” –Dios, aún retumba en mi cerebro-
Claro que, con todo, siempre mantuve una cierta dignidad. Mariló y Mercedes querían saludar a toda costa y hubo que amenazarlas con seriedad para que no lo intentaran.

Finalmente comenzó la grabación. No fallamos la coreografía inicial y todo iba bien. Comencé a acertar las primeras preguntas. De pronto, de una de las pantallitas surgió una estrella dorada. Sonaron grandes fanfarrias y el presentador-estrella corrió a mi atril para felicitarme. Yo pense que Dios había sido justo compensándome por tantos sufrimientos con una victoria definitiva en el concurso, tal era el ambiente.
Sin embargo la estrella y las fanfarrias sólo implicaron un pequeño regalo:

- ¡Una agenda electrónica y una sonrisa! –gritó un tipo desde la oscuridad. Yo debí entonces sonreir para que todos los espectadores de España supieran cuan feliz era yo por haber ganado una agenda electrónica como aquella.


Siguió el concurso. Volví a acertar. Nuevas fanfarrias. Esta vez ya no piqué. Esta vez ya sabía que tal despliegue de triunfalismo era siempre infundado. Aún así, el presentador-estrella se acercó a mi felicitándome por lo que había ganado. “Un video y una sonrisa”...

Nuevos paneles, nuevas preguntas. Fallos y aciertos. Me eliminaron con deshonra y fui conducido por Neus hacia el lugar reservado para el pobre desgraciado que es eliminado en primera ronda. El lugar que antes que ya había ocupado el señor de Logroño. Desde allí, merced a una pequeña tele que allí había colocada, pude ver el final del concurso. Mariló gritó, cantó, se contorsionó, pero perdió. Ganó la comadrona lesbiana, que luego se comportó de forma sosa a la hora de optar por el coche.
Al final del programa me hicieron salir de nuevo al ruedo para formar una especie de “coloquio” con el presentador y los demás concursantes. Eso fue la puntilla.
El mismo chofer de por la mañana me llevó hasta el aeropuerto. Le indique por señales obvias que no tenía por qué darme conversación.
Una hora de espera en el aeropuerto. Huelga de limpieza en Iberia. El interior del avión olía a sobaco. El avión iba lleno a rebosar. Se me sienta al lado un gordo maloliente. Me dan ganas de acabar con su despreciable existencia, pero me aguanto y nuevamente me refugio en la lectura. El miserable empieza entonces a hablar y su aliento es fétido y espeso como una cloaca. De nuevo me reprimo. De nuevo me enfrasco en el libro. Un imbécil que tengo delante reclina su asiento y me machaca las rodillas. Le golpeo con el libro en la cabeza. Me mira pidiendo explicaciones y le contesto con una fría mirada y un “perdón” que suena más bien a amenaza. El pobre idiota, consciente de su torpeza en el momento equivocado, devuelve su asiento a la posición original.

De nuevo en Madrid. De nuevo en casa. Todo ha pasado. Ahora sólo me queda intentar olvidar y, claro, disfrutar de una magnífica visita a los lugares comunes de la música clásica de la mano de los “Clásicos Básicos”.

lunes, 22 de marzo de 2010

Un día en la piscina


Hace un calor insoportable en la capital de nuestro país. Mariano e Inés están jodidos. No sólo están en el paro, sino que ni siquiera entre los dos conocen a alguien con un apartamento de tercera fila en la costa o un simple chalecito en la sierra. No tienen un duro y está atrapados en el flamígero verano mandrileño. Gracias al cielo, Inés tiene un bono municipal para la piscina de su barrio. Esto constituye una ventana abierta al aire fresco, una escapatoria húmeda que Mariano no deja escapar.

- Pues nos vamos tú y yo, como dos príncipes, a refrescarnos y tomar un poco el sol.

Y allí van. Han logrado aparcar el coche a sólo tres manzanas de la entrada de la piscina. Mariano está preocupado porque la ventana de su coche no cierra bien y teme que le puedan robar su radiocassette, así que decide llevárselo consigo, incrementando un poco más la carga que ha de transportar hasta la soñada pileta.

- Pero quién iba a querer llevarse esa antigualla. –reprende tímida Inés.
- Sí, sí, antigualla…un pioner ifi, joder Inés, ¿en qué mundo vives?

Mariano chancletea pesadamente por encima del hirviente asfalto. Va cargado como una acémila: toallas, gafas de bucear, una colchoneta hinchable, la nevera con la comida… Inés avanza como un pajarito a unos diez metros por delante de él. Es obvio que siente vergüenza. Ella sólo porta un bolso de plástico marrón en el que le cabe todo. Finalmente llegan a las taquillas. Ante ellos se desparrama una larga cola formada por adolescentes peleones, señoras de barrio indecentemente ataviadas, jubilados en la antesala de un golpe de calor y unos cuantos ñetas.

- Cuidadín con ese que se te cuela… -advierte Mariano, ojo avizor.-


Inés está harta –pero harta- de que Mariano, con lo tonto que es, le dedique constantes regañinas, pero lleva ya un tiempo optando por pasar de él y de sus comentarios.


- ¿lo ves? Ya se te coló. Mira que te lo estaba diciendo Inés. Mira que te lo estaba diciendo…

La cola va acercando a la taquilla a nuestros héroes del INEM. Finalmente logran plantarse frente a un mal encarado taquillero vestido de blanco que no deja a Inés ni posar su bono en la repisita de la ventanilla

- No se pueden pasar ni colchonetas, ni gafas de buceo ni neveras de pin-ni. Lo dice muy clarito el cartel. -Grazna el taquillero desde su cueva-


Inés clava su mirada en Mariano. Si ya se lo había dicho. Se lo había dicho mil veces.


- ¡Pues menuda mierda de normas! –acierta a rebuznar Mariano mientras recula empujando a la gente con la colchoneta hinchable-
- Vamos al coche Mariano, lo dejamos todo ahí y ya está –calma Inés-
- Sí, pero toda la cola que nos hemos chupado ¿qué? ¿eh? ¿no nos irán a hacer repetir la cola por lo menos , no? –escupe Mariano hacía la taquilla por encima de los empujones cada vez más fuertes de Inés-
- La cola es la cola y las normas son las normas, caballero –se escucha recitar al oscuro taquillero-


Mariano al fin renuncia y, precedido por Inés, se encamina de nuevo al coche. Al desandar la cola, un ñeta le pincha la colchoneta quemándola con un encendedor. Mariano lo ve, pero calla y chancletea tras Inés que ya le precede en casi una treintena de metros.
De nuevo en el coche, Mariano, inasequible al desaliento, declama;

- Los chinos dicen que hay que sacar provecho de las dificultades. Por eso ganaron a los americanos en la jungla contra todo pronóstico. Vamos a hacer lo mismo: voy a colocar la colchoneta tapando la ventana… mmmmpppf…..mmmmpppfff….así ¿ves? Perfecto.


El día sólo está empezando e Inés ya no puede más. Ahora empieza a ver como Mariano abre la nevera portátil y revuelve dentro. Triunfante, saca un paquete de jamón de York y se lo camufla dentro del ya ajustado bañador

- A ver si se atreven a revisar aquí. ¿eh? A ver si se atreven. Ya está. Por lo menos no tendremos que gastarnos tanto en el chiringuito de dentro ¿quieres un poco ahora? Yo me voy a comer un poco de la ensaladilla…

Inés se aleja despacio del coche hacia la cola. El calor aprieta y sólo sueña con darse un bañito y dormir tranquila en alguna sombra.

- Sí, ve pillando sitio en la cola –le grita Mariano con la boca repleta de ensaladilla rusa- yo ya voy.



Pasadas la cola y la taquilla, los dos enamorados irrumpen en el paraíso municipal. Hay varias piscinas, alguna incluso con trampolín. Inés lo ve y se echa a temblar…pide al Dios de las piscinas que impida que Mariano lo utilice. Se separan para entrar en los vestuarios, de donde salen algo después con sus respectivas fichitas de guardarropa. Inés encuentra una pequeña sombra vacía dentro de la abarrotada instalación y extiende su toalla.

- Pero Inés, ¿te vas a poner a la sombra? Pero si así no nos vamos a poner morenos ni nada. Mira, vamos allí, dice señalando un pequeño recuadro de césped amarillo vacío junto a la parte honda de la piscina. Inés se rinde. Ahora sólo quiere que el día acabe cuanto antes para volver a casa con su madre y su hermana. Mariano chancletea entusiasmado hacia el lugar señalado. Inés no quiere ni pensar en el jamón de York que lleva metido en el bañador, pero las miradas de algunas personas con las que se cruzan, le delatan cuán llamativo es a la vista para los demás.

- ¿Ves? –dice Mariano extendiendo su toalla del Real Mandril- aquí nos vamos a broncear de lo lindo y además estamos al lado del agua. ¡En primera línea de playa! ¿quieres un poquito de jamón? La verdad es que podríamos venir todos los días ¿no?

Inés se tumba boca abajo y sueña con que el césped municipal la trague para siempre. Comienza a relajarse cuando un chorro de agua proveniente de la piscina la empapa del todo. Son los ñetas de antes, que se tiran a bomba cerca de ellos para mojar a Mariano. Este no dice nada. Se levanta y pregunta ¿un bañito? Inés acepta con voluntad de zombi ¿qué más puede pasar? Se juramenta a si misma para abandonar a este imbécil en cuanto le sea posible. Le sigue hasta el borde…


- Yo fui campeón de braza en Matalascañas dos veranos seguidos. Les ganaba a todos sólo con el impulso de cuando me tiraba. ¿sabes? –ilustra Mariano- consiste en saber rebotar en el agua. Como las piedras cuando se hacen ranas…

Mariano, en cuclillas al borde de la piscina, va metiendo las manos en el agua y se va mojando el cuerpo. Inés se dirige hacia la ducha

- Bueno, y luego la capacidad pulmonar que tengo, que es inusitada, mira, mira…

Mariano se hincha como un pollo enfermo delante de Inés que ya no sabe qué decir o hacer. Intenta meter su tripa todo lo que puede y un trozo de jamón de York se le escurre por la entrepierna.

-Pero no te duches tía, eso es de viejas..¿qué pasa? ¿qué ya no eres joven?...Bueno, yo me meto…

Las garras de aguilucho de un mariano ya erguido se aferran al borde la pileta. Su semblante adquiere la concentración del de un campeón olímpico. Otea con su serio mirar las aguas que va a recorrer. Es un atleta en estado máximo de concentración. Muestra de nuevo su capacidad pulmonar, flexiona ridículamente extendiendo los brazos hacia atrás y salta como si hubiese oído un pistoletazo de salida. Cae en estrepitosa plancha a una triste distancia del punto de partida. El planchazo ha resonado en toda la instalación municipal. Muchos, contando a los ñetas, han presenciado el doloroso espectáculo. Mariano se echa a nadar ahogando el intenso dolor que siente. Da unas brazadas, pero pronto rompe a toser y debe parar. Se gira hacia Inés que, ya duchada, se sumerge lentamente por la escalerilla.

- ¡Inés! ¡Aquí! Aquí! –grita-


Un silbato resuena por encima de los gritos y chapoteos y éstos enmudecen. Todos miran al socorrista mientras éste le grita a Mariano:

- ¡Caballero! ¡Salga del agua! ¡Caballero! ¡Sí usted, salga inmediatamente de la piscina!

Mariano obedece –el socorrista está muy, muy, enfadado- y se presenta sumiso ante él.

-¿Es que usted no sabe que hay que ducharse antes de meterse en el agua? ¿No ha leído los carteles? ¡Un poco de educación caballero, que ya es usted mayorcito!

Inés nada por el otro extremo de la piscina fingiendo no reparar en la humillación de Mariano. Éste se dirige cabizbajo a la ducha y se asea escuchando todavía la bronca del socorrista y las risas de los ñetas. Pero Mariano lo supera. El lo supera todo. Así que se tira de nuevo al agua, esta vez de pie, y nada, con afectación olímpica, hacia su Dulcinea.
Inés chapotea tranquila cuando Mariano, que se acerca por detrás, la coge por la cabeza y la sumerge violentamente. Ella forcejea inútilmente entre los blancos brazos de Mariano. Al fin, éste la suelta y le grita; -¡aguadilla, aguadilla! Inés ha tragado bastante agua y, a pesar de estar profundamente indignada, no puede hablar para decirle a Mariano cuán imbécil piensa que es. Dándole la espalda se dirige al borde y salta fuera del agua. Mariano le mira el culo y piensa que no está mal, que le gustaría más estar con otra tía con más tetas, rubia y que fuera muchísimo más guarra, pero que no está mal. Se regodea pensando en hacer alguna guarrada más tarde con Inés. Estos pensamientos se le cuelan de tal manera que tiene una erección. Afortunadamente está sumergido en el agua hasta el pecho y nadie puede verla. Esa impunidad le encanta a Mariano, que comienza a pasearse andando por dentro de la piscina como en el paseíllo de un torero. Va mirando a todas las mujeres reunidas en torno a la charca municipal. Imaginando, imaginando…fantástico Mariano, grande ahí...-se dice- la vida es bella Mariano…


Mientras, Inés ya está tendida en la toalla. Empieza justo a relajarse cuando se le acercan dos antiguas amigas que se sientan con ella a charlar. Inés está aterrorizada ante la perspectiva de que sus amigas vean y conozcan a Mariano. De lejos ve a éste de espaldas, como paseando su mirada por un tendido imaginario que Inés no acierta a sentir. No sabe qué demonios se trae ahora entre manos, aunque sabe que será inevitablemente decepcionante…. Una de las amigas interrumpe la grave meditación de Inés;


- ¿qué miras tía? ¿has venido sola? ¿y esta toalla de Cristiano Ronaldo de quién es, eh?
- Eso, eso, azuza la segunda amiga- ¿te has traído a alguien?


Inés escucha sonar la banda sonora de Tiburón dentro de su cabeza. Mariano se ha girado y la ha visto acompañada de sus amigas. Ve como éste se zambulle con ademanes pretendidamente atléticos y comienza a bracear ruidosamente hacia ellas. Pronto estará ahí. Las amigas reparan en el rostro de Inés, que delata que algo se acerca. Se giran y ven una ruidosa espuma que se gana terreno hacia ellas por el agua. No aciertan a ver cómo es, aunque la primera impresión ya es lastimera por el contraste del brillo de la calva y los bracetes blancos de Mariano. Haciendo un esfuerzo, éste cubre los últimos dos metros buceando hasta el borde donde están las chicas e irrumpe a su lado moviendo la cabeza como si quisiera sacudir la humedad de una melena que no existe.
Consciente de cada uno de sus movimientos, Mariano permanece en la pileta apoyando sus brazos en el borde, de forma que sus blancos bíceps se aplasten contra éste, dando la impresión –así lo cree él- de una poderosa musculatura. Por lo demás, se comportará como un perfecto caballero, no exento de una cierta picardía elegante y un saber estar digno de un hombre de mundo como él.


- Él es…os presento a…
- Mariano –interrumpe éste con seguridad desde su trinchera acuática- encantado de conoceros chicas…¿venís mucho por aquí?

Las amigas de Inés miran al suelo y reprimen unas risas. Inés lo nota, pero no se explica muy bien el motivo. La verdad es que sus amigas aún no han visto nada y la presentación de Mariano, sin ser la de un James Bond, no ha sido de las peores que cabría esperar.

- Nosotros es la primera vez que venimos, pero lo estamos pasando fenomenal, ¿eh kari? así que creo que vendremos todos los días ¿vosotras también?

Ahora Inés repara en que a Mariano le cuelga un enorme moco verde de la nariz

- La verdad es que uno se siente renacer aquí –comenta Mariano soñador- un poco de deporte, aire libre, buena compañía –guiña un ojo a las chicas-. A mi desde luego no me pillan en un Benidor o un Matalascañas…esto es mucho mejor y al lado de casa ¿no?

Las amigas de Inés ya no saben donde meterse. Inés, por su parte, nota como la grima que siente se convierte ya en un dolor físico que le afecta al estómago.

- Mariano…la nariz…la….nariz –le susurra Inés-
- ¿qué? ¿la nariz, qué? -Contesta Mariano mirándose los bíceps- Bueno que, ¿os metéis?
- No, no, gracias. Íbamos al bar a comer algo –se escaquean las chicas-
- Ah pues, ¿vamos todos, no kari? Tenemos un poco de jamón de York ¿queréis?
- Nno, no..es que hemos quedado en el bar y llegamos tarde..Bueno Inés, ya nos veremos…
- Pero si me seco en un momento. Venga, vamos para allá. Inés, dejamos las toallas para que no nos quiten el sitio


La comitiva es terrible. Delante, a una cierta distancia, van las dos amigas de Inés, cuchicheando entre si. El siguiente es Mariano, que chancletea mirándolas el culo y aún va con su enorme moco verde. Y detrás, bastante detrás, les sigue Inés, rota, superada por la vida y deseando volver a su casa.

Ya en el chiringuito, Mariano vocifera porque ha encontrado una mesa libre. Entre sus voces y su enorme y ya seco moco, atrae la atención de toda la gente. Embarcadas sin quererlo, las tres chicas acuden a su llamada y se sientan. Mariano, caballeroso, les pregunta qué quieren ofreciéndose a ir a buscarlo. Antes de ir por el encargo, deja el jamón de York en la mesa.

- Inés, ¿estás bien? –le pregunta una de las amigas.
- ¿eh? –disimula Inés-.

Mariano regresa con unas bebidas y anuncia orgulloso que están todas invitadas. Inés le dedica una mirada de odio porque le jode que se haga el espléndido con sus amigas cuando normalmente es un miserable. Él no repara en la mirada y, triunfante, se pone a comer del jamón de York.

- Bueno, nosotras nos vamos ya. Gracias por la cocacola
- Pero, ¿ya os vais?
- Déjalas Mariano, tienen que irse –reprende Inés ya violenta-.
- Vale, pero mañana podríamos quedar otra vez ¿no?
- Caballero: No se pueden traer meriendas al bar. Lo dice el cartel. –irrumpe reprendiendo un camarero joven con aspecto de retrasado-.
- ¿qué dice? ¿qué merienda dice?, pero si he comprado cuatro cocacolas…
- Son las normas caballero. No se pueden traer meriendas al bar. –el retrasado no puede evitar mirar fijamente el moco seco de Mariano-.
- Pero si es un poco de jamón de York
- Adiós Inés –se alejan las amigas-.
- ¡Y qué hago con el jamón ahora? ¿eh? ¿Qué hago yo con este jamón ahora?


El joven retrasado se encoge de hombros. En el cursillo no le explicaron esa respuesta. Además el moco de Mariano le fascina de tal manera que ha quedado como en trance. Se acerca un alto cargo del bar y amenaza con la policía y la expulsión. Mariano arrampla con el jamón que queda de un solo bocado. Aunque lo intenta, ahora no puede hablar y casi, por el moco seco, ni respirar. El alto cargo del bar le dice que se vaya y avisa a seguridad. Unas señoras mayores de la mesa de al lado se asustan y se levantan. Los ñetas, sin embargo, hacen corro en torno a la escena. Inés se tapa la cara con la mano y mira al suelo.

- qué…¿qué es esto? –se horroriza Mariano descubriendo su moco-.
- Caballero se le ha dicho por activa y por pasiva que abandone el recinto del chiringuito. –insiste, elegante pero firme, el alto cargo del bar-.


Mariano escupe la bola de jamón de york medio masticado encima de la mesa y el joven retrasado parece salir del trance de golpe. Hay también muchos niños mirando. Unos jubilados reprueban la escena moviendo sus cabezas. Inés ya está casi en posición fetal encima de su silla con ambas manos cubriéndose la cabeza. Se va acercando el socorrista que antes reprendió a Mariano por lo de la ducha.

- Pero Kari, ¿cómo no me dices que tengo un moco en la cara? –pregunta Mariano reparando en el escándalo.

El joven retrasado comienza a recoger los vasos de cocacola sin consumir. Mariano se enzarza con él para que no se los lleve. Más y más gente se arremolina en torno a ellos. A lo lejos, un señor comienza a hacer aspavientos gritando que no-hay-derecho-hombre-no-hay-derecho. A lo lejos se ve una pareja de policía municipal hablando con el funcionario de la taquilla que les señala hacia el chiringuito.

- ¡Menudo pieza esta ud. Hecho, caballero! –reprende severo el socorrista atenazando con su manaza el hombro de Mariano-.
- ¡Oiga oiga, déjeme que yo he comprado cuatro cocacolas! ¡quiero mis cuatro cocacolas!
- No se resista, que será peor –advierte el socorrista arrastrando a Mariano hacia la salida-.
- Pero¿no ha visto que el imbécil ese se ha llevado mis cocacolas? Inés, dile algo hombre…


Inés se ha levantado. Mira la escena como abstraída. Se da la vuelta y comienza a alejarse. Llegan los municipales y prenden a Mariano. Los ñetas se alejan prudencialmente. Los niños acompañan a la comitiva policial hacia la salida. Todos miran a Mariano pensando las peores cosas de él.

- ¡Inés! ¡Inés! –grita Mariano entre la maraña de brazos que lo aprisionan- ¡coge mi toalla Inés, que es de CR9!
- Vamos hombre, no ponga las cosas aún más difíciles –aconseja el poli bueno.-
- ¡Mi chancleta! ¡que se me ha caído una chancleta oiga! ¡Inés, espérame en el coche! ¡Ineeeeees!
- ¡No complique más la situación!


Finalmente Mariano es arrojado al suelo y reducido como si fuera un terrorista internacional. Algunos ciudadanos lamentablemente ataviados aplauden a las fuerzas de orden. El socorrista, crecido, advierte a todos que sigan disfrutando de las instalaciones municipales, que ahí no hay nada que ver.

Mariano musita respetuosamente desde el suelo invocando su derecho constitucional a cuatro cocacolas y a su chancleta. A Inés ya ni se la ve. Los niños comienzan a ser apartados por sus preocupadas madres y los ñetas toman nota de los métodos policiales desde prudente distancia. Los ruidos de la piscina vuelven a cobrar protagonismo. En pocos minutos todos olvidan el episodio.

Ya al anochecer, durante el turno de limpieza de la instalación municipal, un operario que lleva al hombro una toalla de Cristiano Ronaldo producto del botín de la recogida diaria, encuentra una chancleta tirada en el suelo. Se pregunta que cómo es posible que alguien olvide una de sus dos chancletas y se vaya a su casa con un pié calzado y el otro no. Se responde que la gente es gilipollas.

sábado, 20 de marzo de 2010

La historia de Nieto. El motero sin moto que sabe encajar.

Nieto es del Atlético de Madrid y está de vacaciones en Almería, en el cabo de gata. Deambulando por la zona con su novieta (de la que ahora os cuento) ha encontrado el Jo Bar, un bar de moteros malotes absolutamente ilegal que está situado en medio del desierto, en el valle de Los Escullos, cerca del mar.
Todos los que trabajamos ahí, usamos un largo pañuelo para llevarlo entre el casco de la moto y la cabeza, este pañuelo, además de pinturero, sirve para el sudor, el frío, el polvo, etc. Es largo y su correcta colocación es todo un arte. Pues bien, después de unos primeros días de asentamiento en el nuevo medio, Nieto se coloca un pañuelo de los mocos en la cabeza en la tercera jornada. De esa guisa se acerca esa noche al Bar. Va a demostrar cuanto se ha adaptado ya a este ambiente auténtico que le estaba esperando a él y también hasta qué punto ha captado el mensaje: “Vive salvaje”

De su brazo viene Mamen, que es del Real Madrid. Ella viste desenfadadamente. Casualmente. Eso dice en una etiqueta o algo asín. Ella sí que se ha adaptado. Me trata con sinceridad de iniciado a iniciado en algo. Yo sí que la puedo comprender... y no ese garrulo de Nieto

Sí, sí. Si es que tu eres muy jipi. De siempre. -se defiende Nieto-
¿Tu qué coño dices? Que no haces más que ver la tele.
Jipi de toda la vida...no te jode –ironiza Nieto sin mirarla-
Lo único que sabes hacer majo, ver la tele...
Jasrecrisna, jarecrisnas, jarecrisnacrisnajasres...-le canta Nieto.
¡Mira!...que me pones, que es que no sé qué hacer
Anda ponme por favor otro de estos... -zanja nieto sin mirarla.-

Nieto tiene moto, pero no aquí. Está en el taller en Mandril. Pero el verano que viene ya veré ya...¡la traerá!

Imagino como escenificará él ese momento en las frías tardes de invierno en las que la gente de ciudad sueña con las vacaciones: Su moto refulgiendo bajo una luna llena de anuncio que le enmarca en semicírculo desde el horizonte marino...que estampa: Esa Yamaha virago 500 rugiendo por el desierto camino del Jobar. Llega y allí le esperamos sus verdaderos amigos. Esos amigos que son los únicos que verdaderamente le comprenden, le conocen a fondo... ¡No son sólo amigos coño! ¡Son hermanos!...Sí, sus hermanos del Jobar le esperarán. Y se acordarán perfectamente de él. De las cosas que hablaron con él durante el anterior verano. Le darán una cerveza enorme que el apurará de un trago ante la exaltación de sus hermanos salvajes y ante la impresionada mirada de una pedazo de piba...Mmmhh.

Sí joder, porque es que a la Mamen ya no la aguanta. Es que mira que es fea la tía. Y tonta del culo.. Y chacha.

Si es que, hay que joderse...me dejo la moto y me traigo a esta...
Oye imbécil, que yo me llevo a los sitios solita ¿eh?
¿Y quién conduce, eh lista, quién conduce? -Nieto encuentra un punto débil y ataca mirando a la parroquia, tal es su confianza en la pulla.- ¡Ja! ¿Y quién conduce, eh? ¡Ja, ja!
Desde luego eres idiota majo...
¡Ja, ja! Sisí Idiota, pero conduzco, ¡negada! ¡Que eres una negada! ¡Ja!
Gilipollas.
¡Ja, ja! ¿has visto, tío, como es esta piba? -intenta inmiscuirme Nieto- Me llama gilipollas porque no sabe ni hablar y sólo dice ¡TONTERIAS!

(Nieto termina su frase mirándola y ella da un golpe en la barra y se aleja susurrando, desolada...)
No aguanto más...

Esa noche Mamen sobrepasó algún tipo de límite. Se fueron juntos, porque Nieto apuró su bebida y salió tras ella después de mirarme a los ojos para conectar conmigo en el pensamiento de “como son las pibas”. El resto de su noche quedó entre ellos...y los que les rodeasen en cada momento.

Volvieron al día siguiente, pero separados. Nieto venía con otra piba. Una Morenaza. No estaba nada mal y desde luego comparándola con Mamen era Miss universo con el cerebro de Mdme. Courie. Me alegró ver la capacidad de reacción de Nieto. Cualitativamente era incuestionable la mejora. Y cuantitativamente, “un día-una piba”, no está nada mal ¿no?.

Nieto por su parte estaba viviendo una especie de anticipo del sueño que yo le había imaginado: Una buena piba, amistad profunda con sus hermanos salvajes y esa embriagadora libertad. Era como una película, no, como un video musical. Hasta notaba como el pañuelo pirata le ajustaba mejor...

Pero Nieto no tuvo demasiado tiempo para disfrutar de aquél Walhalla anticipado. Apenas diez minutos después de su llegada con la morenaza, apareció Mamen.

Eres un hijo de puta

Con un swing pugilístico de primera magnitud, Mamen le propinaba a Nieto una ensalada de hostias digna de un récord guiness. Después, con Nieto ya fuera de combate, se encaró a la morenaza.

¿y tu? -la morenaza no comprendía quién era esa loca-
¿¡Quién es esta puta!? –insiste Mamen girándose hacia Nieto blandiendo su riñonera como arma-

Nieto ni pudo responder. Había recibido una buena paliza y aún no sabía bien de dónde le había caído. Mamen se revolvió de nuevo hacia la morenaza y la atacó con saña. Qué fuerza de la naturaleza. La morenaza encajó y encajó chillando:

¿Pero quién es esta? ¡Quitádmela de encima!

Las separamos. Pero entonces Mamen volvió a por Nieto, que empezó a ver comprometida su hombría ante sus hermanos salvajes.

-¡TeviaencajarunahostiaMamenhostia! –acertó a rebuznar en su defensa.-

De nuevo les separamos.

- ¿Pero no me habías dicho que cada uno por su lao?
Sí hijoputa, pero no esto
¡Cada uno a lo suyo! ¡Cada uno a lo suyo dijistes!

Cada cierto tiempo, Mamen volvía a atacar. Ora a la morenaza, ora a Nieto. En una de ellas pudimos finalmente ver a la morenaza pelear en el polvo del desierto. Hubo un acuerdo tácito para dejarlas pelear un rato. No cupieron las apuestas. Nadie hubiese apostado contra Mamen.

El pañuelo pirata de Nieto había desaparecido de una hostia certera en la primera escaramuza. Su aspecto era ahora el de la derrota. Había ligado una buena piba en un solo día. Había encontrado su sitio con sus hermanos y veía ya empezar una nueva era. Pero Mamen le había dado de hostias y la morenaza había huido del bar... Normal, ni siquiera la había defendido... ¿Cómo saldría de la pobre de aquel desierto por la noche, sin coche?... No habrá faltado quién la lleve... Joder ¿qué iba a hacer ahora?

Mamen intentaba involucrar a todo el mundo a su favor, pero no encontró más que miradas que fingía no ver. De vergüenza se fingió también borracha y de alcohol se emborrachó de verdad en su teatrillo. Acabó tirada al fondo. Llorando y gritando de vez en cuando hacia donde ella pensaba, sin acertar, que estaba Nieto. Como esos locutores de la tv que se equivocan de cámara...

Desaparecieron finalmente del bar tras habernos obsequiado con varios bises que se alternaban en violencia.

A los dos o tres días volvieron, reconciliados.

Oye, perdonad por lo del otro día –se excusó Nieto elegante.-
- Es que llevábamos un pedo... –aportó Mamen.-

Y se volvieron a Mandril. Y de la mano hasta el coche. Sabiendo que dejaban atrás a sus hermanos salvajes. Que les esperarían. Que se acordarían de ellos, de lo importante de ellos el siguiente verano.