lunes, 22 de marzo de 2010

Un día en la piscina


Hace un calor insoportable en la capital de nuestro país. Mariano e Inés están jodidos. No sólo están en el paro, sino que ni siquiera entre los dos conocen a alguien con un apartamento de tercera fila en la costa o un simple chalecito en la sierra. No tienen un duro y está atrapados en el flamígero verano mandrileño. Gracias al cielo, Inés tiene un bono municipal para la piscina de su barrio. Esto constituye una ventana abierta al aire fresco, una escapatoria húmeda que Mariano no deja escapar.

- Pues nos vamos tú y yo, como dos príncipes, a refrescarnos y tomar un poco el sol.

Y allí van. Han logrado aparcar el coche a sólo tres manzanas de la entrada de la piscina. Mariano está preocupado porque la ventana de su coche no cierra bien y teme que le puedan robar su radiocassette, así que decide llevárselo consigo, incrementando un poco más la carga que ha de transportar hasta la soñada pileta.

- Pero quién iba a querer llevarse esa antigualla. –reprende tímida Inés.
- Sí, sí, antigualla…un pioner ifi, joder Inés, ¿en qué mundo vives?

Mariano chancletea pesadamente por encima del hirviente asfalto. Va cargado como una acémila: toallas, gafas de bucear, una colchoneta hinchable, la nevera con la comida… Inés avanza como un pajarito a unos diez metros por delante de él. Es obvio que siente vergüenza. Ella sólo porta un bolso de plástico marrón en el que le cabe todo. Finalmente llegan a las taquillas. Ante ellos se desparrama una larga cola formada por adolescentes peleones, señoras de barrio indecentemente ataviadas, jubilados en la antesala de un golpe de calor y unos cuantos ñetas.

- Cuidadín con ese que se te cuela… -advierte Mariano, ojo avizor.-


Inés está harta –pero harta- de que Mariano, con lo tonto que es, le dedique constantes regañinas, pero lleva ya un tiempo optando por pasar de él y de sus comentarios.


- ¿lo ves? Ya se te coló. Mira que te lo estaba diciendo Inés. Mira que te lo estaba diciendo…

La cola va acercando a la taquilla a nuestros héroes del INEM. Finalmente logran plantarse frente a un mal encarado taquillero vestido de blanco que no deja a Inés ni posar su bono en la repisita de la ventanilla

- No se pueden pasar ni colchonetas, ni gafas de buceo ni neveras de pin-ni. Lo dice muy clarito el cartel. -Grazna el taquillero desde su cueva-


Inés clava su mirada en Mariano. Si ya se lo había dicho. Se lo había dicho mil veces.


- ¡Pues menuda mierda de normas! –acierta a rebuznar Mariano mientras recula empujando a la gente con la colchoneta hinchable-
- Vamos al coche Mariano, lo dejamos todo ahí y ya está –calma Inés-
- Sí, pero toda la cola que nos hemos chupado ¿qué? ¿eh? ¿no nos irán a hacer repetir la cola por lo menos , no? –escupe Mariano hacía la taquilla por encima de los empujones cada vez más fuertes de Inés-
- La cola es la cola y las normas son las normas, caballero –se escucha recitar al oscuro taquillero-


Mariano al fin renuncia y, precedido por Inés, se encamina de nuevo al coche. Al desandar la cola, un ñeta le pincha la colchoneta quemándola con un encendedor. Mariano lo ve, pero calla y chancletea tras Inés que ya le precede en casi una treintena de metros.
De nuevo en el coche, Mariano, inasequible al desaliento, declama;

- Los chinos dicen que hay que sacar provecho de las dificultades. Por eso ganaron a los americanos en la jungla contra todo pronóstico. Vamos a hacer lo mismo: voy a colocar la colchoneta tapando la ventana… mmmmpppf…..mmmmpppfff….así ¿ves? Perfecto.


El día sólo está empezando e Inés ya no puede más. Ahora empieza a ver como Mariano abre la nevera portátil y revuelve dentro. Triunfante, saca un paquete de jamón de York y se lo camufla dentro del ya ajustado bañador

- A ver si se atreven a revisar aquí. ¿eh? A ver si se atreven. Ya está. Por lo menos no tendremos que gastarnos tanto en el chiringuito de dentro ¿quieres un poco ahora? Yo me voy a comer un poco de la ensaladilla…

Inés se aleja despacio del coche hacia la cola. El calor aprieta y sólo sueña con darse un bañito y dormir tranquila en alguna sombra.

- Sí, ve pillando sitio en la cola –le grita Mariano con la boca repleta de ensaladilla rusa- yo ya voy.



Pasadas la cola y la taquilla, los dos enamorados irrumpen en el paraíso municipal. Hay varias piscinas, alguna incluso con trampolín. Inés lo ve y se echa a temblar…pide al Dios de las piscinas que impida que Mariano lo utilice. Se separan para entrar en los vestuarios, de donde salen algo después con sus respectivas fichitas de guardarropa. Inés encuentra una pequeña sombra vacía dentro de la abarrotada instalación y extiende su toalla.

- Pero Inés, ¿te vas a poner a la sombra? Pero si así no nos vamos a poner morenos ni nada. Mira, vamos allí, dice señalando un pequeño recuadro de césped amarillo vacío junto a la parte honda de la piscina. Inés se rinde. Ahora sólo quiere que el día acabe cuanto antes para volver a casa con su madre y su hermana. Mariano chancletea entusiasmado hacia el lugar señalado. Inés no quiere ni pensar en el jamón de York que lleva metido en el bañador, pero las miradas de algunas personas con las que se cruzan, le delatan cuán llamativo es a la vista para los demás.

- ¿Ves? –dice Mariano extendiendo su toalla del Real Mandril- aquí nos vamos a broncear de lo lindo y además estamos al lado del agua. ¡En primera línea de playa! ¿quieres un poquito de jamón? La verdad es que podríamos venir todos los días ¿no?

Inés se tumba boca abajo y sueña con que el césped municipal la trague para siempre. Comienza a relajarse cuando un chorro de agua proveniente de la piscina la empapa del todo. Son los ñetas de antes, que se tiran a bomba cerca de ellos para mojar a Mariano. Este no dice nada. Se levanta y pregunta ¿un bañito? Inés acepta con voluntad de zombi ¿qué más puede pasar? Se juramenta a si misma para abandonar a este imbécil en cuanto le sea posible. Le sigue hasta el borde…


- Yo fui campeón de braza en Matalascañas dos veranos seguidos. Les ganaba a todos sólo con el impulso de cuando me tiraba. ¿sabes? –ilustra Mariano- consiste en saber rebotar en el agua. Como las piedras cuando se hacen ranas…

Mariano, en cuclillas al borde de la piscina, va metiendo las manos en el agua y se va mojando el cuerpo. Inés se dirige hacia la ducha

- Bueno, y luego la capacidad pulmonar que tengo, que es inusitada, mira, mira…

Mariano se hincha como un pollo enfermo delante de Inés que ya no sabe qué decir o hacer. Intenta meter su tripa todo lo que puede y un trozo de jamón de York se le escurre por la entrepierna.

-Pero no te duches tía, eso es de viejas..¿qué pasa? ¿qué ya no eres joven?...Bueno, yo me meto…

Las garras de aguilucho de un mariano ya erguido se aferran al borde la pileta. Su semblante adquiere la concentración del de un campeón olímpico. Otea con su serio mirar las aguas que va a recorrer. Es un atleta en estado máximo de concentración. Muestra de nuevo su capacidad pulmonar, flexiona ridículamente extendiendo los brazos hacia atrás y salta como si hubiese oído un pistoletazo de salida. Cae en estrepitosa plancha a una triste distancia del punto de partida. El planchazo ha resonado en toda la instalación municipal. Muchos, contando a los ñetas, han presenciado el doloroso espectáculo. Mariano se echa a nadar ahogando el intenso dolor que siente. Da unas brazadas, pero pronto rompe a toser y debe parar. Se gira hacia Inés que, ya duchada, se sumerge lentamente por la escalerilla.

- ¡Inés! ¡Aquí! Aquí! –grita-


Un silbato resuena por encima de los gritos y chapoteos y éstos enmudecen. Todos miran al socorrista mientras éste le grita a Mariano:

- ¡Caballero! ¡Salga del agua! ¡Caballero! ¡Sí usted, salga inmediatamente de la piscina!

Mariano obedece –el socorrista está muy, muy, enfadado- y se presenta sumiso ante él.

-¿Es que usted no sabe que hay que ducharse antes de meterse en el agua? ¿No ha leído los carteles? ¡Un poco de educación caballero, que ya es usted mayorcito!

Inés nada por el otro extremo de la piscina fingiendo no reparar en la humillación de Mariano. Éste se dirige cabizbajo a la ducha y se asea escuchando todavía la bronca del socorrista y las risas de los ñetas. Pero Mariano lo supera. El lo supera todo. Así que se tira de nuevo al agua, esta vez de pie, y nada, con afectación olímpica, hacia su Dulcinea.
Inés chapotea tranquila cuando Mariano, que se acerca por detrás, la coge por la cabeza y la sumerge violentamente. Ella forcejea inútilmente entre los blancos brazos de Mariano. Al fin, éste la suelta y le grita; -¡aguadilla, aguadilla! Inés ha tragado bastante agua y, a pesar de estar profundamente indignada, no puede hablar para decirle a Mariano cuán imbécil piensa que es. Dándole la espalda se dirige al borde y salta fuera del agua. Mariano le mira el culo y piensa que no está mal, que le gustaría más estar con otra tía con más tetas, rubia y que fuera muchísimo más guarra, pero que no está mal. Se regodea pensando en hacer alguna guarrada más tarde con Inés. Estos pensamientos se le cuelan de tal manera que tiene una erección. Afortunadamente está sumergido en el agua hasta el pecho y nadie puede verla. Esa impunidad le encanta a Mariano, que comienza a pasearse andando por dentro de la piscina como en el paseíllo de un torero. Va mirando a todas las mujeres reunidas en torno a la charca municipal. Imaginando, imaginando…fantástico Mariano, grande ahí...-se dice- la vida es bella Mariano…


Mientras, Inés ya está tendida en la toalla. Empieza justo a relajarse cuando se le acercan dos antiguas amigas que se sientan con ella a charlar. Inés está aterrorizada ante la perspectiva de que sus amigas vean y conozcan a Mariano. De lejos ve a éste de espaldas, como paseando su mirada por un tendido imaginario que Inés no acierta a sentir. No sabe qué demonios se trae ahora entre manos, aunque sabe que será inevitablemente decepcionante…. Una de las amigas interrumpe la grave meditación de Inés;


- ¿qué miras tía? ¿has venido sola? ¿y esta toalla de Cristiano Ronaldo de quién es, eh?
- Eso, eso, azuza la segunda amiga- ¿te has traído a alguien?


Inés escucha sonar la banda sonora de Tiburón dentro de su cabeza. Mariano se ha girado y la ha visto acompañada de sus amigas. Ve como éste se zambulle con ademanes pretendidamente atléticos y comienza a bracear ruidosamente hacia ellas. Pronto estará ahí. Las amigas reparan en el rostro de Inés, que delata que algo se acerca. Se giran y ven una ruidosa espuma que se gana terreno hacia ellas por el agua. No aciertan a ver cómo es, aunque la primera impresión ya es lastimera por el contraste del brillo de la calva y los bracetes blancos de Mariano. Haciendo un esfuerzo, éste cubre los últimos dos metros buceando hasta el borde donde están las chicas e irrumpe a su lado moviendo la cabeza como si quisiera sacudir la humedad de una melena que no existe.
Consciente de cada uno de sus movimientos, Mariano permanece en la pileta apoyando sus brazos en el borde, de forma que sus blancos bíceps se aplasten contra éste, dando la impresión –así lo cree él- de una poderosa musculatura. Por lo demás, se comportará como un perfecto caballero, no exento de una cierta picardía elegante y un saber estar digno de un hombre de mundo como él.


- Él es…os presento a…
- Mariano –interrumpe éste con seguridad desde su trinchera acuática- encantado de conoceros chicas…¿venís mucho por aquí?

Las amigas de Inés miran al suelo y reprimen unas risas. Inés lo nota, pero no se explica muy bien el motivo. La verdad es que sus amigas aún no han visto nada y la presentación de Mariano, sin ser la de un James Bond, no ha sido de las peores que cabría esperar.

- Nosotros es la primera vez que venimos, pero lo estamos pasando fenomenal, ¿eh kari? así que creo que vendremos todos los días ¿vosotras también?

Ahora Inés repara en que a Mariano le cuelga un enorme moco verde de la nariz

- La verdad es que uno se siente renacer aquí –comenta Mariano soñador- un poco de deporte, aire libre, buena compañía –guiña un ojo a las chicas-. A mi desde luego no me pillan en un Benidor o un Matalascañas…esto es mucho mejor y al lado de casa ¿no?

Las amigas de Inés ya no saben donde meterse. Inés, por su parte, nota como la grima que siente se convierte ya en un dolor físico que le afecta al estómago.

- Mariano…la nariz…la….nariz –le susurra Inés-
- ¿qué? ¿la nariz, qué? -Contesta Mariano mirándose los bíceps- Bueno que, ¿os metéis?
- No, no, gracias. Íbamos al bar a comer algo –se escaquean las chicas-
- Ah pues, ¿vamos todos, no kari? Tenemos un poco de jamón de York ¿queréis?
- Nno, no..es que hemos quedado en el bar y llegamos tarde..Bueno Inés, ya nos veremos…
- Pero si me seco en un momento. Venga, vamos para allá. Inés, dejamos las toallas para que no nos quiten el sitio


La comitiva es terrible. Delante, a una cierta distancia, van las dos amigas de Inés, cuchicheando entre si. El siguiente es Mariano, que chancletea mirándolas el culo y aún va con su enorme moco verde. Y detrás, bastante detrás, les sigue Inés, rota, superada por la vida y deseando volver a su casa.

Ya en el chiringuito, Mariano vocifera porque ha encontrado una mesa libre. Entre sus voces y su enorme y ya seco moco, atrae la atención de toda la gente. Embarcadas sin quererlo, las tres chicas acuden a su llamada y se sientan. Mariano, caballeroso, les pregunta qué quieren ofreciéndose a ir a buscarlo. Antes de ir por el encargo, deja el jamón de York en la mesa.

- Inés, ¿estás bien? –le pregunta una de las amigas.
- ¿eh? –disimula Inés-.

Mariano regresa con unas bebidas y anuncia orgulloso que están todas invitadas. Inés le dedica una mirada de odio porque le jode que se haga el espléndido con sus amigas cuando normalmente es un miserable. Él no repara en la mirada y, triunfante, se pone a comer del jamón de York.

- Bueno, nosotras nos vamos ya. Gracias por la cocacola
- Pero, ¿ya os vais?
- Déjalas Mariano, tienen que irse –reprende Inés ya violenta-.
- Vale, pero mañana podríamos quedar otra vez ¿no?
- Caballero: No se pueden traer meriendas al bar. Lo dice el cartel. –irrumpe reprendiendo un camarero joven con aspecto de retrasado-.
- ¿qué dice? ¿qué merienda dice?, pero si he comprado cuatro cocacolas…
- Son las normas caballero. No se pueden traer meriendas al bar. –el retrasado no puede evitar mirar fijamente el moco seco de Mariano-.
- Pero si es un poco de jamón de York
- Adiós Inés –se alejan las amigas-.
- ¡Y qué hago con el jamón ahora? ¿eh? ¿Qué hago yo con este jamón ahora?


El joven retrasado se encoge de hombros. En el cursillo no le explicaron esa respuesta. Además el moco de Mariano le fascina de tal manera que ha quedado como en trance. Se acerca un alto cargo del bar y amenaza con la policía y la expulsión. Mariano arrampla con el jamón que queda de un solo bocado. Aunque lo intenta, ahora no puede hablar y casi, por el moco seco, ni respirar. El alto cargo del bar le dice que se vaya y avisa a seguridad. Unas señoras mayores de la mesa de al lado se asustan y se levantan. Los ñetas, sin embargo, hacen corro en torno a la escena. Inés se tapa la cara con la mano y mira al suelo.

- qué…¿qué es esto? –se horroriza Mariano descubriendo su moco-.
- Caballero se le ha dicho por activa y por pasiva que abandone el recinto del chiringuito. –insiste, elegante pero firme, el alto cargo del bar-.


Mariano escupe la bola de jamón de york medio masticado encima de la mesa y el joven retrasado parece salir del trance de golpe. Hay también muchos niños mirando. Unos jubilados reprueban la escena moviendo sus cabezas. Inés ya está casi en posición fetal encima de su silla con ambas manos cubriéndose la cabeza. Se va acercando el socorrista que antes reprendió a Mariano por lo de la ducha.

- Pero Kari, ¿cómo no me dices que tengo un moco en la cara? –pregunta Mariano reparando en el escándalo.

El joven retrasado comienza a recoger los vasos de cocacola sin consumir. Mariano se enzarza con él para que no se los lleve. Más y más gente se arremolina en torno a ellos. A lo lejos, un señor comienza a hacer aspavientos gritando que no-hay-derecho-hombre-no-hay-derecho. A lo lejos se ve una pareja de policía municipal hablando con el funcionario de la taquilla que les señala hacia el chiringuito.

- ¡Menudo pieza esta ud. Hecho, caballero! –reprende severo el socorrista atenazando con su manaza el hombro de Mariano-.
- ¡Oiga oiga, déjeme que yo he comprado cuatro cocacolas! ¡quiero mis cuatro cocacolas!
- No se resista, que será peor –advierte el socorrista arrastrando a Mariano hacia la salida-.
- Pero¿no ha visto que el imbécil ese se ha llevado mis cocacolas? Inés, dile algo hombre…


Inés se ha levantado. Mira la escena como abstraída. Se da la vuelta y comienza a alejarse. Llegan los municipales y prenden a Mariano. Los ñetas se alejan prudencialmente. Los niños acompañan a la comitiva policial hacia la salida. Todos miran a Mariano pensando las peores cosas de él.

- ¡Inés! ¡Inés! –grita Mariano entre la maraña de brazos que lo aprisionan- ¡coge mi toalla Inés, que es de CR9!
- Vamos hombre, no ponga las cosas aún más difíciles –aconseja el poli bueno.-
- ¡Mi chancleta! ¡que se me ha caído una chancleta oiga! ¡Inés, espérame en el coche! ¡Ineeeeees!
- ¡No complique más la situación!


Finalmente Mariano es arrojado al suelo y reducido como si fuera un terrorista internacional. Algunos ciudadanos lamentablemente ataviados aplauden a las fuerzas de orden. El socorrista, crecido, advierte a todos que sigan disfrutando de las instalaciones municipales, que ahí no hay nada que ver.

Mariano musita respetuosamente desde el suelo invocando su derecho constitucional a cuatro cocacolas y a su chancleta. A Inés ya ni se la ve. Los niños comienzan a ser apartados por sus preocupadas madres y los ñetas toman nota de los métodos policiales desde prudente distancia. Los ruidos de la piscina vuelven a cobrar protagonismo. En pocos minutos todos olvidan el episodio.

Ya al anochecer, durante el turno de limpieza de la instalación municipal, un operario que lleva al hombro una toalla de Cristiano Ronaldo producto del botín de la recogida diaria, encuentra una chancleta tirada en el suelo. Se pregunta que cómo es posible que alguien olvide una de sus dos chancletas y se vaya a su casa con un pié calzado y el otro no. Se responde que la gente es gilipollas.

1 comentario:

  1. si es que a este Mariano es lo que le faltaba.... muy bien, querido lefer, eso de darle al blog y comunicarte por marte y plutón y hasta hong kong, llegan tus historias.seguimos en contacto.
    corto y cambio

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