sábado, 3 de abril de 2010

el bar del muerto



1 Morir sin glam

Ya son tres las visitas que he rendido al Bar del muerto. La primera vez que fuí, no sabía cómo se llamaba. Yo iba sólo a un bar de moteros que estaba en las cercanías de Tabernas. En esos casos da igual donde uno vaya. Lo importante es siempre el rulillo en moto con los amigotes. Así fué. Llegamos y nos instalamos en una mesa a beber cervezas frías y a esperar la inevitable actuación de un grupo de r'n'r. Estando a nuestras cosas, veíamos cómo los músicos se curraban el sonido. Lo de siempre; acoples, canciones a medias, etc. No podían probar bien porque les faltaba el bajista. Al rato éste apareció trotando hacia el escenario y subió atléticamente los dos escalones. Se enganchó el bajo y, entre algunos reproches por la tardanza, comenzó a probar.
A partir de ahí me desentendí de los músicos y seguí bebiendo con mis amigos. Unos minutos más tarde, una algarabía en el parking empezó a atraer gente hacia afuera. Como todo el que tiene una moto a la que ama, si algo pasa en las cercanías de esta siempre se echa un vistazo para eliminar amenazas a nuestra máquina. Al mirar me tranquilicé porque no existía tal amenaza. La gente hacía un corro a unos diez metros de mi Triumph. No me afectaba. Pero un poco después, entró alguien con más información: "ahí fuera se ha muerto un tío". Resultó ser el bajista del grupo. Yo me pregunté si ellos, los del grupo, serían capaces de tocar en esa circunstancia. Pensaba que quizá lo harían como homenaje al muerto y luego envolverían el cadaver de su compañero en la bandera americana y lo arrojarían a la carretera. Pero no. No tocaron. Allí estábamos todos, que ya nos habían servido la comida, viendo como los músicos recogían todos los instrumentos entre lágrimas. Pasaban a centímetros de nosotros en su ir y venir lloroso. Todos comimos sin problemas, a nadie se le quitó el hambre. Nos afectaba muy poco la tragedia. Sí salió a relucir el siempre socorrido refranero español, pero nada más.
Ese era el día de la inauguración de aquél bar que ya quedó bautizado como "El Bar del muerto".

2 La mirada del Nú

La segunda visita que rendí al lugar ya iba mejor informado. Sabía que iba al Bar del muerto. Al llegar, no pude evitar examinar el aspecto de los músicos y reconozco que sentí el temor de que muriera otro -tal era su aspecto-. Pero no murió nadie. Se subieron y tocaron sin más. La acción, esta vez, se vió desplazada a un trío de personas. Eran dos hombres y una mujer. Ella era una puta rusa de un cercano puticlub de carretera, que había estado liada con uno de los dos hombres y le había abandonado al perder éste su coche en un accidente. Ahora estaba liada con el otro hombre (que imagino sí debía de tener coche). El aspecto del agraciado con los favores de la dama era risueño, despreocupado, casi fiestero. La puta le obsequiaba con bruscas carantoñas. Con cucamonas sexuales de puticlub y el tío estaba muy feliz.
Lo que no entendía yo era porqué el otro desgraciado permanecía allí. Todos los parabienes de la puta para con su nuevo caballero, se tornaban en insultos, gestos hoscos y desagradables gritos alcohólicos para el desgraciado. Y sin embargo el tipo aguantaba allí. Fumando un cigarro tras otro y mirando al suelo.
La puta se venía arriba y se ponía a bailar provocando a uno y humillando al otro y los dos tipos parecían aceptar aquello con tranquilidad. Recuerdo fijarme en la mirada del desgraciado y recordar un documental de esos de naturaleza en los que un ñu se ve atacado por unos leones. Cuando el ñu ya está perdido, con dos o tres leones mordiéndole ora los cojones, ora la garganta, se le ve una mirada no ya resignada, sino tranquila, carente de alarma...eso me recordó aquél tipo.

3 Por fin un concierto

En la tercera visita me acercaba al lugar temiéndome ser de nuevo testigo de alguna cosa sórdida. Pero no. Hubo sol, calorcico y tocaron los Sun Rockets. El nombre del bar ya se ha difundido por toda Almería y no pasa nada. Seguiremos yendo.

2 comentarios:

  1. a ver si nos reunimos en ese bar del muerto un día de estos y si puede ser para oiros a ti y al Coté, mejor... quién sabe...

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